27 | Glam

461 47 7
                                    

Purple.

Queda una hora para las doce.
Un nuevo año, un nuevo comienzo.

¡Madre mía! Este año ha sido de locos, desde mi vuelta de Londres, las fiestas con mis amigas y conseguir estar junto a Duff.

Normalmente en está fecha me pongo melancólica y nostálgica. He madurado tanto, me siento bien conmigo misma.

—El dorado es tu color —Me sonríe mi hermana mientras me coloca mi colgate de la nube en el cuello.

—¿Tú crees? —Me río, ella me ve con muy buenos ojos— Pensé qué me habías dicho qué era el blanco, y la semana pasada el rojo.

Se encoge de hombros —Te sienta bien todo, cómo a mí —bromea y me guiña un ojo.

Está despampanante, con un vestido corto de color rosa champagne, su pelo corto y castaño ondulado, y un maquillaje qué le hace parecer una princesa. Sus taconazos son de infarto, no me sorprendería qué después de las doce se ponga unos playeros.

Por mi parte, llevo un vestido dorado y unos tacones de la misma tonalidad. Mi pelo largo y chocolate está toda suelto, cayendo cómo una cascada por mi espalda. Mis puntas ya no están azules porque las corté y ya estaba pensando en hacerme un cambio radical de pelo.

—Vamos, todos están ya abajo —Dice entrelazando su brazo con el mío— Eres preciosa —me halaga mientras salimos de mi cuarto y nos dirigimos al salón dónde está todo el mundo.

—¿Tú te has visto? —Juzgo— Pareces una princesa —le sonrío— Muy glamurosa —agrego guiñándole un ojo.

Bajamos las escaleras y unos cuántos ojos curiosos nos observan. Yo ignoro a todo el mundo. Veo a mamá y a papá mirándonos con pura ternura y mi corazón se ablanda un poco.
Hace unos días, antes de Navidad, discutí con mamá por mis notas. ¡Joder, ni qué hubiera suspendido todas! Qué sólo saqué un siete en matemáticas, qué las odio con toda mi alma.

Después de una hora de discusión, mamá me entendió, y entendió el agobio por lo qué me hacían pasar.
Saludo a Donna mientras me acerco a mis padres.

—Mis niñas, estáis preciosas —veo cómo sus ojitos se llenan de lágrimas pero coge mis manos y las entrelaza con las suyas— nunca cambies, mi pequeña —dice mirándome a mí y suelto una risotada, y mis ojos amenazan con llenarse de lágrimas tambien.

Donna es lo mejor qué tengo en la vida, me escucha, no me juzga y me apoya en todo. La amo, ella es mi familia.

—Te quiero muchísimo —digo con la voz débil y la abrazo con mucha fuerza.

—Ve con tus padres, hay alguien qué quiere conocerte —Susurra en mi oído y al separarme de ella la miró con confusión— Es un niño de papá, espero qué lo rechazes, qué se joda.

No sé a qué se refiere, pero suelto una carcajada por sus palabras. Me despido y miro la hora en el gran reloj de la sala. Quince minutos para que sea uno de enero.

Estoy nerviosa.

Me acerco a mi madre y me da un abrazo con una gran sonrisa.

—¿Te gusta la decoración? —Me pregunta emocionada mientras miro a todas partes.

El blanco, el color oro y el plateado se deslumbra todo el lugar. Hay mesas con aperitivos por todos lados y la música se escucha en un tono no muy alto para poder conversar con las demás personas.

—Es precioso —Opino y me sonríe.

Me gusta ver a mi madre sonreír.

—Purple —mi padre me llama está vez y volteo a verle, está guapísimo con su traje— ¿Te acuerdas de Philip, un socio de la empresa? —Me pregunta y miro al señor qué a su lado.

Cloud «Duff McKagan» ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora