Capítulo 36

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Jiyong


El chico se cubrió la boca con las manos al mismo tiempo que dejó salir el aire que estaba reteniendo. Su mente no podía dar crédito a lo que acababa de oír, sin embargo el semblante serio de Katie le daba a entender que sus palabras eran ciertas y no tenían ni un ápice de broma.

Choi Seunghyun, el humano que había tratado de ayudar todo ese tiempo, había sido un ángel justo como él.

-N-no... No p-puede ser... ¿C-cómo es e-eso posible?

-¿Es difícil de creer, verdad? -Los labios de Katie formaron una pequeña sonrisa que no llegó a iluminar sus ojos-. La forma en que él solía ser en ese entonces... era totalmente diferente a cómo es ahora. Te aseguro que no lo reconocerías. Él estaba tan lleno de luz y amor... Fue el ser más especial que conocí en toda mi existencia. Y créeme Yongie -Su sonrisa se ensanchó un poco-, cuando vives miles de años no dices eso a menudo.

-Pero... Si Seunghyun era un ángel... ¿Qué sucedió? ¿Por qué ya no lo es más? ¿Por qué está aquí? ¿Es un castigo como el mío? -Las preguntas salían a borbotones de su boca y sin razonarlas, se sentía hambriento de información.

La joven pelinegra suspiró.

-Es una larga historia -Lo miró de frente-, pero no me corresponde a mí contártela. Sólo puedo decirte que no fue un castigo. Seunghyun abandonó sus alas y bajó a la Tierra por propia elección.

El entrecejo de Jiyong se frunció marcadamente. En su mente no cabía que un ángel fuera capaz de renunciar a sus alas, la parte más valiosa de sí mismos, para convivir entre los humanos. Eso no tenía ni un poco de sentido para él.

-¿Por qué hizo eso?

-Haces muchas preguntas Yongie.

-Pero necesito saber -Apoyó la mano en el brazo de la muchacha y volvió a mirarle con ruego-. Por favor, por favor, Katie cuéntame... ¿Por qué Seunghyun está aquí?

Ella apartó el brazo de forma delicada y lo miró con pena.

-Me encantaría poder contarte eso. No tienes idea de cuánto me gustaría -Su mirada decayó-. Pero realmente no puedo decirte. Así que por favor -Sus ojos bicolores brillaron con súplica-... No insistas.

Jiyong la miró defraudado pero no dijo nada más, pues comprendía el límite que la pelinegra le estaba marcando. Moría por conocer la historia completa pero no quería meter a la muchacha en problemas con los ángeles mayores.­

-¿Ahora entiendes por qué me preocupa tanto Seunghyun? -Katie retomó la palabra-. ¿Entiendes por qué no soportaría verlo convertido en un demonio? -Su mirada reflejaba verdadera angustia y Jiyong se sorprendió al ver que sus ojos se cristalizaban-. Es por eso que te lo suplico -De repente sostuvo las manos del ángel menor entre las suyas-, no abandones a Seunghyun. Ayúdalo. No permitas que se convierta en algo que no es.

-Por supuesto que no. Jamás abandonaría a Seunghyun -Negó rotundamente con la cabeza y acarició las manos de la chica intentando reconfortarla.

-Seung no es un monstruo -pronunció ella y una brillante lágrima resbaló por su mejilla-. No merece el infierno.

Jiyong no lo soportó más y la abrazó con fuerza. Sintió los brazos de la chica envolverlo de igual modo, al mismo tiempo que sus suaves plumas le rozaban la piel de las manos y el ardor provocado por el brazalete aumentaba. Sin embargo ese dolor ya no le importó porque comprendía que se debía a la presencia del otro ángel.

-Sé que no lo merece. Sé que hay luz dentro de él -le dijo con honestidad, pues pensaba de la misma manera.

-Ayúdalo a sacar esa luz, Yongie -le pidió con la voz quebrada, conmoviendo al castaño profundamente y provocando que su corazón doliera.

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