Regreso adolorido.

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El deslizador se movía rápidamente por la ruta. Volvían de haber tenido su primera victoria, y Silur miraba el arma que había arrebatado de las manos de Krieger. Razelión conducía con una cara de dolor que no podía ocultar.

—¿No debimos ir a un hospital en Blumina?

—No, estoy bien; yo soy médico —hizo una pausa, pensativo—, o algo así...

—¿No necesitas tratamiento?

—Claro que si, cuando lleguemos a casa lo llevaré a cabo —sostenía el volante con fuerza. Se notaba que su pecho le dolía muchísimo.

—Eres duro, Razelión. Esa patada te debería haber roto varias costillas.

—Tres, de hecho; por suerte ninguna perforó un pulmón —Silur lo miró sorprendido—. No soy tan duro, solo no me rindo ante el dolor —intentó reírse, pero se le dificultó.

—¿Quieres que conduzca? Así puedes descansar en el asiento de atrás.

—¿Crees que te dejaría conducir mi Star? Estás loco... no mientras yo respire —dijo sarcásticamente y lo miró esbozando una sonrisa—. Tengo tórax inestable, debo estar tranquilo; hablemos de otra cosa —tomó un frasco de píldoras de la guantera e ingirió una de un bocado—. ¿Tu herida está bien?

—Cuando Hematófaga se prendió a mi muñeca la herida fue sanando de a poco. Tiene un efecto regenerador espectacular —a penas se notaba una cicatriz en su piel.

—Dile a ese bicho que se cuelgue de mi pecho, a ver si me saca ese horrible dolor al respirar.

—Aún no entiendo como funciona, pero cuando tú la sostuviste no reaccionó.

—Ya sé, es solo un chiste

Se lo notaba cansado y respirando con dificultad; con los ojos entrecerrados y contrastando en su cara moretones con palidez.

—¿Recuerdas cuando le corté la cabeza a Krieger? —dijo Silur buscando cambiar de tema.

—Cuéntamelo de nuevo, estaba descansando los ojos contra el piso.

—Cuando lo hice, su cuerpo se convirtió en cenizas y sucedió lo que te conté con la daga.

—Si, te "mordió".

—Algo así, si. Luego se abrió la puerta del ascensor y entró al almacén el contador del club. ¿Recuerdas?

—Si, el de traje gris... viejo, barba blanca recortada. Vampiro, como todos los empleados.

—Y ahí fue cuando entró con esa sonrisa extraña y empezó a revisar todo diciendo "Mierda, voy a tener que remodelar".

—No podíamos hacerlo con más discreción; por suerte la música fuerte en el club hacía que se escuchara poco.

—¿Qué te dijo cuando te susurró al ayudarte a levantarte? —preguntó Silur, con curiosidad.

—Me preguntó que podía hacer por nosotros en agradecimiento.

—¿Qué le respondiste?

—Que quería muerto a uno de sus empleados —recordó la situación con seriedad.

—¿Por qué? ¿No era solo una misión? ¿Tenías algo personal con alguno de los vampiros del Sombras?

—El que nos dejó entrar saltándonos la fila —recordaba con resentimiento—, debía hacernos entrar al VIP; pero se negó a participar al último momento por miedo. No tenía convicción, no merecía disfrutar el fruto del esfuerzo de otros que se expusieron para matar a Krieger, y el nuestro por derrotarlo.

—Lo recuerdo. Había dicho que temía por su familia —Miró por la ventana hacia el horizonte.

—Todo su clan morirá. Así actúan los vampiros, no dejan a nadie que pueda buscar venganza vivo.

—¿No te parece demasiado?

—Hay algo más importante que la vida, Silur, es la lealtad. Si no podía ser leal a la causa, o tenía dudas, era un eslabón débil. La cadena se rompe por el eslabón más débil.

Silur quedó en silencio un momento.

—Por cierto, dijeron que podemos volver cuando queramos, y no tendremos que pagar nada. ¿No es genial? ja ja- —respiró irregularmente y dejó de reírse inmediatamente. Los espasmos le causaban un evidente dolor y eran peligrosos.

—Necesitas atención médica.

—Ya me la voy a dar al llegar a casa...

Silur de Gelir: La llama del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora