La profecía oscura.

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Había pasado una hora de viaje. Darren se había dormido soteniendo su rifle con ambas manos, tapando sus ojos con su sombrero, y Roxanne estaba concentrada en su celular.

—¿Tienes que esperar a que yo te lo pregunte para contarme? —rompió el silencio Silur, dirigiéndose a Razelión.

—No sé de qué hablas —le contestó él, mirando al camino, seriamente.

—¿De qué hablaba el guardián cuando dijo algo sobre una "profecía oscura"?

—¿No te lo enseñaron en religión?

—Sabes, Raz, cuando hablas así... cuando actúas como un sabelotodo, me exaspera.

—Lo siento, era un chiste.

—No, no lo era, solamente no quieres hablar de ello. Quizás sientas que estás en control de todo, teniendo más información que yo sobre lo que hacemos; pero créeme, eso te hace un mal soldado.

—Yo no soy un soldado, lo sabes —siguió mirando al camino. En su expresión se podía ver algo de resentimiento por el comentario.

—¡Hey, ustedes dos! No me obliguen a ir ahí adelante, ¿Eh? —interrumpió Roxanne, dejando de lado su celular un momento—. ¡Tú! —miró a Razelión— no te hagas el misterioso con él. ¡Y tú! —miró a Silur— a veces, saber menos sobre las cosas en las que tomamos parte es mejor, te lo digo por experiencia; sin embargo, yo te contaré sobre la profecía. Deja a Raz concentrarse en conducir.

—Te escucho —respondió Silur, resignado a la actitud de su compañero, que guardó silencio y continuó conduciendo con los ojos en el horizonte.

—La diosa misma, predijo que iba a haber un momento oscuro de la historia en el que los seres del vacío iban a poder pisar la tierra, poniéndole fin a la era del hombre. El vacío se fusionará con este plano, y todos los humanos dejarán de estar conectados con la luz eterna... la profecía oscura, Silur, es nuestra venganza.

Roxanne hablaba con tranquilidad, como si el fin de la humanidad fuera lo más normal del mundo.

—¿Cuándo sucederá eso?

—No lo sé; ya conoces a las profecías, no se pueden interpretar con detalle.

—La diosa... dejando de lado a sus propios hijos...

—¿Difícil de creer, cierto? —interrumpió Darren, sin quitarse el sombrero de la cara.

—Oh, vaya, despertamos al abuelo —dijo sonriendo Roxanne, con una mirada cómplice a Silur.

—Así es... escucho la voz de un súcubo a mi lado al despertar. Me sorprende no estar desnudo y atado a la cama —respondió Darren, con una leve risa que se notaba a través del sombrero solo gracias a su tono de voz.

—"Aún" —interrumpió ella, lanzándole una sonrisa con cara seductora. Era inútil, él no la veía.

—No podrás conmigo, linda —hizo que su sombrero se mueva con el resoplido de aguantar una carcajada, y se arremangó mostrando un tatuaje con símbolos extraños alrededor de su antebrazo derecho, emulando un brazalete—, soy inmune a sus poderes.

—No necesito mis poderes para controlar lo que piensas...

Acarició el muslo interior de él, acercándose a la entrepierna, mientras se mordía el labio inferior.

—Ya... suficiente de seducir a tus compañeros.

Darren corrió la mano de ella de su pierna y se acomodó el sombrero en la cabeza, volviendo a su tranquila seriedad.

—Y basta también de profecías... recuerden que yo soy humano, y no quiero oír que todo cuanto conozco se va a derrumbar —continuó.

Silur permaneció en silencio. Su curiosidad estaba saciada, al menos por ahora.

—¿Eres gay, abuelo? —dijo algo ofendida con el rechazo, Roxanne, cambiando de tema.

—¿No estás acostumbrada a que te digan que no, cierto? —respondió él.

Razelión soltó una pequeña risa.

—¿Y tú de qué te ríes? —continuó ella, fingiendo enojo y camuflando una insipiente sonrisa— porque sabes que puedes decirme si te gustan los hombres, yo no soy de juzgar...

Se rieron un momento y luego se perdieron cada uno en sus pensamientos: Raz conduciendo, Silur mirando por la ventana, Roxanne con su celular, y Darren inspeccionando su rifle sin mucha comodidad por el acotado espacio dentro del Star.

El tirador fue el primero en separase del grupo, cerca de donde lo fueron a buscar. Les había pedido que lo lleven a un lugar de venta de materiales de construcción, para encargar lo que hiciera falta para arreglar su casa. A Roxanne, la dejaron en el centro del gremio de comerciantes del distrito. Se bajó, saludó con una sonrisa y se fue caminando como si pensara que todas las miradas de la gente con la que se cruzaba se posaban en ella.

Tras unos minutos de viaje, solos Silur y él, Razelión bajó el volumen de la radio que venían escuchando y comenzó a hablar:

—No te dije de la profecía porque tú tienes un papel muy importante en ella.

Silur arqueó las cejas, lo miró a la cara, y se preparó para escuchar. Como otras veces, parecía a punto de soltarle una revelación.

Silur de Gelir: La llama del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora