Pelea de taberna.

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Los hombres dejaron rápidamente sus mesas y se acercaron a los tres jovenes para atacarlos. Algunos venían con sillas, otros sacaban cuchillos de su cintura. No eran militares, o peleadores profesionales, pero peleaban con mucha pasión. De alguna forma parecía que hubieran sido insultados en su honor, por lo que la pelirroja les había hecho creer que decían sobre su equipo.

—¡Toma! —dijo uno de los concurrentes de la taberna, que empuñaba una navaja y la intentó clavar en ella.

—Gracias por esto, me puede servir —respondió mientras se bajaba de la mesa esquivando el navajazo y cayendo sobre el pie derecho del hombre. Este se agachó por reflejo y ella terminó de noquearlo con un rodillazo en su maxilar—. ¡El siguiente! —dijo sonriendo.

Empuñó la navaja que le había quitado y se puso en guardia, esperando a los demás.

Mientras tanto, Silur había recibido varios perdigones de escopeta, que solo lo desbalancearon, gracias a que golpearon las placas entretejidas de su uniforme del crisol que llevaba debajo de su ropa normal.

—¿Quién rayos son ustedes? —dijo el barman sorprendido de ver aún de pie a Silur.

—¡Somos tus aliados! —respondió Razelión con voz profunda, apuntándole con la mano.

La cara del barman se volvió inexpresiva. Parecía estar completamente hipnotizado.

—Ellos tres son mis aliados —apuntó su escopeta a uno de los presentes, que estaba por tirar una silla hacia Razelión. El certero disparo lo mató instantáneamente. El barman llevó sus manos debajo de la barra y sacó una caja de cartuchos de escopeta que cargó despacio, como si su cerebro estuviera funcionando lentamente.

—¡Un gusto conocerlos, chicos, soy Roxanne! —sonrió la pelirroja, trabando batalla con otro enemigo.

Se escuchó otro disparo de escopeta y varios de los que querían quedarse a pelear, corrieron afuera de la taberna. Razelión recibió un golpe sorpresivo a la cara y quedó de espalda sobre una mesa. Su atacante lo sostuvo de la solapa, inclinándose sobre él y le dio otro golpe cerca del ojo.

—Ahora si te vas arrepentir —dijo el, acomodándose, mirándolo a los ojos, y le torció el brazo para que lo suelte; le dislocó el codo. Se levantó devolviéndole un puñetazo igual al que él había recibido, noqueando a su agresor. Miró de reojo a Roxanne y habló con tono de regaño: —¿Necesitabas llamar la atención o algo así? ¿Por qué querías pelear con estos tipos?

—No tenía dinero para pagar la cuenta —respondió con una sonrisa ella, cubriéndose de un golpe frontal, rápidamente controlando el brazo y rompiéndole la muñeca para luego atacarlo en la nuez de Adán con la punta de sus dedos. El hombre cayó al piso agarrándose la garganta.

—Vamos, si esperamos lo suficiente aquí, vendrá la policía y no quiero perder tiempo —Razelión se acercó a la puerta de salida y Roxanne y Silur lo siguieron—. ¡Neblina oscura! —gritó juntando sus manos y se vio una especie de onda de choque negra salir emanada de él, extendiéndose hasta disiparse en un radio de unos veinte metros. Todos los humanos afectados por ella frenaron lo que estaban haciendo y empezaron a actuar confundidos.

—¿Qué les hiciste? —preguntó Silur mientras se subía al asiento del copiloto del Star. Roxanne hizo lo mismo en el asiento trasero y luego subió Razelión por fin para arrancar el vehículo.

—Es una técnica de amnesia en área. Se llama neblina oscura, porque es lo único que van a recordar en de nosotros —respondió seriamente. Miró por el espejo retrovisor a Roxanne— ¿Qué rayos te sucede? —Silur siguió hablando.

—Tiene razón... tuvimos que matar a humanos inocen-

—A la mierda los humanos. Los humanos no importan —lo interrumpió bastante enojado Razelión—. Podrías haber puesto en peligro la misión.

¿Qué tiene de malo? Considerenme el picante de sus vidas, fortachones.

La joven estiró las piernas en el asiento trasero con una expresión despreocupada y se puso a descansar mirando su celular, que sacó de un bolsillo.

—Solo un poco de picante —repitió.

Silur de Gelir: La llama del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora