Roxanne.

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Después de bloquear su celular, lo puso en su bolsillo. Puso su cara entre ambos asientos delanteros y comenzó a hablar:

—Ya en serio, solo quería ver como peleaban. No nos conocemos mucho, y pronto tendremos una misión juntos. Nada mejor que una simple pelea de bar para probar lo que saben hacer.

—Eso fue bastante arriesgado —contestó Silur, mirando por la ventana, serio.

—Yo soy Razelión y él es Silur —se presentó Razelión, con una expresión de molestia difícil de esconder. Soy invocador; y él, piromante.

—¿Piromante? Cool. Pareces más un guerrero, con ese armamento, y esa forma de pelear.

—Estoy entrenado en combate cuerpo a cuerpo. Iba a ser un vanguardia de Gelir... —a último momento recordó que la existencia de los vanguardias era un secreto que muy pocos conocían. Razelión mismo se lo había dicho.

—No me suena eso de "vanguardias" ¿Son algo especial de Gelir?

—Si, así es —ya había hablado de más, simplemente debía no dar más detalles.

—Tu espada es de gelita, entonces, como sospeché a primera vista.

—¿Qué te parece, Silur? Ella también es muy observadora, como tú —acotó Razelión, concentrado en el camino.

—¿Y qué es un vanguardia? —siguió ella.

Silur era inocente en muchos sentidos, incluso manipulable; pero también sabía que eso era una desventaja que tenía que superar, así que había planeado hacer de la discreción su mejor aliada. Solo confiaba en Razelión.

—Sería largo de explicar.

—Vaya, que cortante. ¿Eres siempre así?

—Creo que solo cuando le disparan con una escopeta —dijo Razelión sarcásticamente.

—Oh, si, eso... Yo hubiera achicharrado al maldito de la escopeta, si hubiera sido piromante como tú. ¿Por qué no lo hiciste?

Silur permaneció en silencio, mirando por la ventana.

—No tiene sus poderes aún tan practicados; además ya me había encargado yo del problema. Hizo lo mejor —respondió Razelión por él.

Roxanne pareció sorprendida. Su sonrisa se fue borrando en una mueca de preocupación mezclada con duda.

—¿Recién está descubriendo sus habilidades?

—Es un guerrero excepcional. No necesita ser un hábil piromante, puede matar de otras formas.

—Si, me di cuenta. El pobre tipo que nos enfrentó primero en el bar lo puede comprobar —miró a Silur—. ¿Sabes que hiciste mal al atacarlo así, cierto?

—¿Qué hice mal? Me defendí... hasta el último momento intenté evitar una pelea.

—Golpeaste con toda tu fuerza a un humano que a penas podía mantenerse en equilibrio. Fue como gastar un misil para derribar una casa en un árbol... por cierto, tampoco eres muy bueno golpeando.

Silur no respondió.

—Será un viaje silencioso, creo —continuó, algo molesta.

Razelión la miró por el espejo retrovisor un segundo y acotó:

—Se vuelve más sociable a medida que lo vas conociendo.

—¿¡Oh, es tímido!? Bueno, eso es un poco... ¿Tierno? —respondió mirando a Silur.

—¿Por qué dices que no es bueno golpeando?

—No sabe controlar su fuerza. Busca hacer impactos perfectos, al máximo de su capacidad muscular en cada intento. Cuando se encuentre con alguien más inteligente que él para pelear, le darán una paliza —volvió a mirarlo sonriendo—. Sin ofender —continuó.

—¿Crees que le ganarías?

Silur intentaba ignorarlos.

—Por supuesto. Él está muy verde y yo soy una profesional, jaja.

—¿Escuchaste eso? ¿No te suena a desafío?

—Me suena a que solo se está divirtiendo con nosotros —respondió rompiendo por fin su silencio, mirando a Razelión y luego a la pelirroja por fin de frente, girando la cabeza hacia el asiento trasero. Apuntó su dedo indice hacia ella—. No tendrías oportunidad contra mi, rojilla. No aceptaría un desafío tuyo.

—¿Por qué? ¿Porque soy mujer? —se tomó un momento haciendo cara de seriedad, y luego se rió. Su risa era escandalosa y muy contagiosa. Silur la miraba a sus grandes ojos claros.

—Y dinos, ¿Cuáles son tus habilidades? —Preguntó él, volviendo a sentarse normalmente.

—Yo soy un súcubo. Jugamos con los sentidos de los humanos, y somos muy buenas asesinas. Se nos da fácil entrar y salir de un lugar sin que nadie sospeche.

—Dame ejemplos —respondió, curioso e inquisidor a la vez.

—Bueno, puedo entrar de noche en un lugar, fundida con las sombras y salir sin ser detectada... Puedo hacerle ver a los humanos cosas que no son reales. Eso incluye cambiar la forma en la que me ven a mi.

—Un momento... ¿Entonces podrías no estar mostrándonos tu verdadera cara, siquiera?

—¿Nuestro compañero no sabe como funcionan las habilidades de ilusión? —miró a Razelión.

—Los poderes abisales de ilusión no funcionan en criaturas más poderosas que los humanos —comenzó a explicar él—. No puede usar sus habilidades contra nosotros, porque somos abisales como ella. Igual que yo no puedo controlar sus mentes, como lo hice con el barman de la taberna, por ejemplo.

Roxanne se acomodó bien sentada y se llevó la mano a la frente.

—Sabes, estoy desconfiando de cuánto provecho vaya a traernos él en el equipo.

Razelión contestó enseguida.

—La primera misión que tuvimos juntos, me salvó la vida...

—¡Dejen de hablar de mi como si no estuviera aquí! —los interrumpió Silur, levantando la voz—. ¡Y tú, ya deja de intentar molestarme —se dirigió a la súcubo—. Eres la única que ha hecho que el equipo se retrase, lo ha puesto en peligro, y además resulta increíblemente irritante!

La pelirroja abrió los ojos grandes, y miró hacia donde estaba Silur.

—¿Me gritaste? —fingía que se le cortaba la voz como si fuera a llorar—, ¿Así tratas a una dama?

—¿De qué hablas? —respondió confundido.

—¡Machista!

Razelión soltó una risa sonora, ella hizo lo mismo; luego reinó el silencio unos minutos mientras Silur pensaba en lo que Roxanne le había dicho. No estaba familiarizado con la palabra "machista", pero no quería preguntar y darle el gusto de que ella le explique.

Silur de Gelir: La llama del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora