—¡Oye! —dijo Razelión tomando a la rubia de los hombros y zamarreandola para que reaccione. La pobre chica lo veía cubierto de las tripas y secreciones del monstruo que la amenazaba hace un momento, y no podía más que gritar. Estaba en un completo shock.
La miró a sus grandes ojos avellana, le dio una cachetada para que vuelva en si y levantó su mano de nuevo.
—¡Hey! —Interrumpió la segunda cachetada, Silur—, ¿No puedes hipnotizarla para que esté tranquila, y luego preguntarle?
—Si lo hago, su mente puede borrar lo que sucedió, para protegerse... de esa forma no podríamos saber que rayos sucedía con ese tipo.
—Muévete... —hizo a un lado a Razelión, y la cubrió del cuello para abajo con la sabana, que estaba tirada en el piso; por suerte, no la había alcanzado mucho la explosión de vísceras, y tenía solo unas manchas—. Señorita, ¿Recuerda lo que pasó?
Ella lo miró anonadada, y de a poco empezó a reírse hasta carcajear, y luego volver a llorar intensamente.
—Perfecto... está loca —dijo Razelión, saliendo al pasillo.
—Es que hace mucho que nadie me dice señorita —dijo entre sollozos la chica, enjugándose una lágrima.
—¿Cuál es tu nombre? —continuó Silur.
—Soy Cassie.
—Tu nombre real, bebé, no el del trabajo... —dijo desde el pasillo Razelión, que se había dado cuenta que ella reaccionaba mejor con Silur, y decidió dejarle las preguntas a él.
—S-soy Mara.
—Bien, Mara, ¿Qué sucedió?
—Él... no lo entiendo, me pidió que baile... luego tomó algo, y fuimos a la cama —miró a la pared, mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla, llevándose lo poco de maquillaje que le quedaba—. Lo hacía como uno de veinte —susurró—. Pasó un tiempo, y empezó a ponerse violento... más de lo que suelo pasar por alto con los clientes. Me estaba lastimando. Cuando me volteé a verlo estaba... se veía así —sollozó y escondió su cara entre sus manos.
—¿Dices que tomó algo?
—Si, con un poco de alcohol. Supuse que era algo... "para que funcione"
—¿Era una píldora? ¿Era freax?
—No lo sé. Solo abrió un frasco, y lo tomó con su bebida. —señaló el vaso que estaba en la mesa de luz al costado de la cama, que al contrario de la habitación de ellos, si se veía de buena calidad.
Razelión entro a la habitación de nuevo, apurado.
—¡Silur! Ya está en camino la ley... si queremos llegar a Gelir, debemos irnos antes que quieran hacer preguntas —miró hacia la rubia—. Un gusto en conocerte, Mara. Adiós.
Comenzó a caminar hacia el pasillo, dándose cuenta que su compañero no lo seguía.
—¿No escuchaste? ¡Vamos!
—No podemos dejar esto así —respondió Silur, reuniendo evidencias.
—No nos encontrarán por más que dejemos pistas, Silur, ya vámonos —respondió Razelión contrariado.
—No es por eso... Tú tranquilo, te alcanzo en el Star.
—Más te vale que salgas antes de que tengamos problemas.
—Estaré ahí en un minuto.
Razelión bajó las escaleras del lugar, completamente vacío, con la caja registradora, y algunas botellas saqueadas en el espíritu de anarquía que se había desatado minutos antes. No había rastro de nadie que evitara encontrarse con la policía; que coincidentemente, eran todos.
Subió al Shooting Star, lo puso en marcha, este se elevó a su altura normal para desplazarse... y sintió abrirse la puerta trasera de golpe: Silur; y Mara, ya vestida con un short y un top corto azul que decía "love", subían con prisa.
—¿¡Qué rayos haces!? ¿Por qué la traes? ¡Que se baje, ahora!
—Ella viaja a Gelir, igual que nosotros.
—¿Qué? ¿No trabajas aquí?
—Solo hasta llegar a Gelir... pero Silur se ofreció a llevarme allí —explicó Mara.
—La cosa es que el vehículo es mío, no de él, así que si me haces el favor... —miró a lo lejos, se veían y escuchaban a lo lejos sirenas—. ¡Mierda! Tienes suerte, espero que no se olviden nada. —Aceleró hacia el punto opuesto de las luces hasta perderlos, y luego retomó el camino al oeste.
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Silur de Gelir: La llama del abismo.
Fantasy¿Conocer tu verdadera naturaleza puede cambiar todo por lo que luchaste hasta ahora? ¿Estarías dispuesto a ponerlo a prueba? Un viaje fantástico y lleno de acción, en el que un joven guerrero intentará acomodarse a su nueva vida, descubriendo los se...