Armando un equipo.

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Habían pasado tres semanas de la noche en Blumina. Silur hizo un par de trabajos para el gremio de mercaderes de la ciudad, resguardando el convoy del pueblo de granjeros, que resultó ser un convoy de "granos locos", la semilla de la que se extrae el componente principal para hacer freax. Supuso que no podía esperar menos de Arcalis, y aceptó el dinero sin pensarlo mucho.

Razelión se había recuperado con rapidez; ya podía hacer ejercicio normalmente y no quedaba rastro de su malestar. Durante ese tiempo atendió a otros abisales que pasaron por la casa heridos a veces en condiciones bastante peligrosas; claro, sin cobrar un centavo. En efecto, era "algo así como un médico", como él mismo lo había dicho. Silur respetó mucho más a su compañero al ver eso.

Era pasado el mediodía y Razelión se acercó a Silur, que descansaba en el sillón viendo televisión.

—Tenemos trabajo, Silur —dijo preparándose para salir.

—¿Por qué no compramos nunca uno de esos?

—¿Qué? —Razelión estaba confundido. Miró la pantalla y luego a Silur de nuevo—. ¿Una máquina de hacer pan?

—Si, tiene 5 temperaturas, sirve para hacer todo tipo de pan, y dice que lo que uno hace en su propia casa es más delicioso.

—Creo que viste demasiados comerciales, Silur, la televisión de la tarde es un asco. Bueno, no es que en otros horarios sea mucho mejor...

—¿A dónde vamos, hermano?

—¿Qué dijiste? —Razelión lo miró con atención. Silur repitió exactamente la frase—.

—¿No has visto que algunos se dicen "hermano" a sus amigos —continuó.

—Si —sonrió y miró a un lado. De hecho, haces bien en aprender a hablar como un chico normal, para variar, bien hecho; solo... no repitas todo lo que ves en la televisión.

—Claro, entiendo.

—Tenemos que contactar a alguien, va a ser parte de un equipo que formaremos para otra misión dentro de un tiempo. Esta vez no esperamos problemas, solo recogeremos gente.

—Iré armado de todas formas —dijo acercándose a su espada y atándola en su espalda, luego puso a Hematófaga en su cintura.

—Está bien por mi; aunque no queremos dar una imagen de que se va a desatar la guerra donde vayamos. No necesitas ir a todos lados armado.

—Es costumbre, Razelión. Soy un guerrero de Gelir, nuestra espada es parte de nosotros.

Se subieron al Star y fueron hacia una conocida taberna de Aurum, donde se juntan aficionados de un equipo de una competencia de contacto (similar al fútbol americano, pero algo más violenta; de hecho la pelota es un objetivo secundario, debajo de "noquear a los rivales"). El establecimiento estaba ubicado cerca, así que llegaron en pocos minutos. Se estaba llevando a cabo un encuentro entre el equipo predilecto de Aurum y unos visitantes. Todos los concurrentes estaban atentos a los monitores cerca de la barra, y otros miraban desde las mesas ubicadas en medio del lugar. Eran aproximadamente 40 personas. Razelión se acercó al barman y le habló al oído. Éste le señaló una mesa donde había una joven mujer de pelo corto, rojo, y ojos claros. Se acercó a ella mientras Silur lo seguía de cerca, observando alrededor: la mayoría de los presentes estaba más tenso que un tirador en asedio y gritaban y arengaban sin inhibición. Al llegar a la mesa de la joven, ella los miró de reojo. Razelión comenzó a hablar.

—Hola, estam-

—Huelen a problemas —la jóven lo interrumpió sonriendo mientras miraba un monitor y a ellos con la vista periférica—, me encanta ese olor.

—¿Vienes con nosotros? El vehículo está afuera —continuó Razelión, confundido.

—Quiero terminar de ver la contienda. ¿No son fanáticos, cierto? Ninguno se perdería ver pelear al equipo de Aurum.

—No hay tiempo. Lo lamento, pero tenemos que salir lo más pronto posible —contestó con decisión Razelión.

—¡Malditos cobardes!

Silur y Razelión se sorprendieron por oírla gritar a propósito hacia donde estaban los fanáticos festejando un avance de su equipo. Un par de ellos miraron hacia donde estaban los tres—. ¿No pueden con los idiotas de Aurum? Pedazos de inútiles.

—No hagas tonterías —dijo Razelión en voz baja.

—¿¡QUÉ!? JAJAJA —fingía que le había hecho un chiste sobre la contienda—. Muy bueno, si, estos idiotas no tienen nada.

—Oye, llévate a tu amiga de aquí —habló amenazante el barman—, creo que ha tomado demasiado. Los chicos no se contendrán porque sea una mujer, si sigue alentando al equipo rival.

—Ellos dos pueden vencer a todos aquí —continuó la pelirroja refiriéndose a Silur y Razelión, fingiendo ebriedad.

—Tienes razón, está muy ebria. Me la voy a llevar, amigo.

Razelión acercó su mano a la muñeca de la chica para levantarla de la mesa, pero ella en un sorpresivo movimiento de manos lo hizo perder el equilibrio hacia la mesa y quedar sentado a su lado.

—No va a ser tan fácil —susurró en el oído de él riéndose.

—Oigan, salgan de aquí. ¿Quién creen que son, entrando a la taberna, faltándonos el respeto... —empezó a hablar uno de los parroquianos, borrracho y amenazante.

Silur puso sus manos a los lados de su cuerpo, y lo miró. Intentaba no parecer violento.

—¿Es eso una espada? —continuó el borracho, mirando de arriba a abajo a Silur ¿Qué rayos es esto?

Se escuchó un pitido declarando un entretiempo y los concurrentes se empezaron a mirar entre ellos.

—¡Vamos a sacarlos de aquí, chicos! —gritó enojado antes de recibir un golpe directo a la mandíbula de la mano derecha de Silur.

El pobre diablo se levantó por el aire y su cuello hizo un latigazo rompiéndose con la fuerza del golpe. El cuerpo cayó en la barra, de espalda llamando la atención de todos los demás. El barman se agachó y sacó una escopeta que apuntó a Silur enseguida y disparó con una mueca de sorpresa y miedo.

—¡Empieza la fiesta! —la pelirroja soltó a Razelión, saltó al medio del cuarto ágilmente y quedó parada sobre una mesa, desde la cual pateó la cabeza de uno de los fanáticos, noqueándolo inmediatamente. 

Silur de Gelir: La llama del abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora