Es la primera pero no será la última

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*Este capítulo posee contenido adulto*

"Es la primera pero no será la última. Nos vemos a las 9:00pm en la vieja vía hacia Champs de Fleurs, kilómetro 87". Solo eso decía la carta escrita en el reverso de una hoja impresa que mostraba la silueta del labio superior de Zareb. Deslicé el mensaje bajo la puerta de su casa, a la espera de que la curiosidad de Camile y su deseo de acabar con el régimen opacaran las severas consecuencias que podría encarar si fuese descubierta en conversaciones con el fugitivo "más buscado" por cuanta agencia de seguridad existía en Tinebia.

Mi apuesta no era descabellada. Esta era la misma mujer que hacía meses atrás había sido identificada por la Oficina de Control de Anomalías como la responsable de organizar dos pequeños atentados contra Joob, el Ministro de Paz, y la misma que había logrado reclutar a 16 oficiales de la Policía Nacional, responsables de cubrir sus rastros luego de los hechos.

Si había alguien con la determinación para facilitar la Operación Reagan era ella. No solo sus temerarias acciones recientes lo indicaban, sino el marco histórico en el que pasó de ser la oficial más sobresaliente de su promoción a convertirse en una real amenaza para el sistema.

Quien se detuviera a hurgar en el pasado de Camile podría encontrar los puntos y unirlos con facilidad. Hija única del Norman y Sheila, su tendencia hacia los oficios que le ubicaran en una posición de poder la habían hecho cursar algunos semestres de Medicina en Alemania antes de que las restricciones de salida de Tinebia se hicieran obligatorias. Sin una formal opción de estudios que cumpliese con sus expectativas dentro del país, decidió enrolarse en la Policía Nacional contra todas las indicaciones de su padre, elemento que quizá afianzó su relación con el uniforme. Estudiante destacada, disciplinada y consciente de que ser una mujer, más lista que el promedio de los oficiales, evidentemente hermosa, hija de un alto funcionario del gobierno, representaría a los ojos de sus pares, una molestia que dificultaría su ascenso profesional.

Imagino las miradas, los chistes de pasillo, los comentarios torpes de sus superiores que intentaban pretenderla, todo esto forjó una coraza rígida, parca, asexual, pero nada de esto sería motivo suficiente para transformar a una joven como Camile en una terrorista.

Creo que el quiebre de su personalidad sucedió en el seno de su hogar, en ese preciso momento en el que su madre llegó luego de su última reeducación. El reporte no lo indica, pero puedo imaginar la escena; el cuerpo de su madre inmóvil en una silla en la sala de su casa, vistiendo ese uniforme pálido con olor a fármacos y la mirada perdida, esa mirada perdida de quien que ha sido despojada de toda humanidad. Imagino sus inmensos ojos azules desbordándose en lágrimas habiendo visto morir en vida a su madre, por orden expresa de su padre.

Desde ese día, Camile nunca regresó a su casa, renunció a los privilegios y se dirigió a vivir en los suburbios en las residencias para oficiales. Cambió su apellido para evitar a toda costa ser relacionada con su padre y, según el reporte, el vínculo con éste es inexistente, solo ha visto a Lauve en un par de eventos oficiales.

La densa nube de polvo iluminada por las luces de un auto anunciaba la llegada de mis visitantes. El extenso camino de tierra desde el kilómetro 87 de Champs de Fleurs hacia mi chalet de campo hacía que pudiese advertir un auto venir en dirección a mí al menos un par de minutos antes de su llegada.

Pronto pude divisarla. Era la camioneta verde olivo de Noah. Solo hace un par de días logré escabullirme en su oficina de la escuela y dejé escrito sobre su escritorio: "Ayudadme a hacer su voluntad. Nos vemos a las 9:00pm en la vieja vía hacia Champs de Fleurs, kilómetro 87".

Al llegar, les recibí en la entrada con una sonrisa. Ambos caminaron hacia mí y subieron las pequeñas escaleras de la entrada de la casa. No nos dijimos nada, solo sonreímos y nos estrechamos la mano.

Un Viaje a TinebiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora