Estaba emocionado. Luego de unos tediosos exámenes médicos y algunas escasas indicaciones iniciales, hoy sería el día en el que conocería al Jefe de la Oficina de Control de Anomalías, un enigmático personaje llamado Troi que daría formal inicio a mis labores dentro de la institución.
Para la ocasión, asistiría a la base central de la Oficina, lugar al que fui conducido con ojos vendados en uno de los autos negros que siempre acompañaban a Lauve. Durante al menos unas tres horas penetramos lo que, a juzgar por el olor en el ambiente, diría que era una densa zona boscosa.
En medio de la oscuridad, un caudal de pensamientos que en el día a día había velado, lograron hacerse paso hasta la superficie de mi conciencia como un cardumen, todos nadaban en la misma dirección. Mi vida era miserable, y nada tenía que ver con estar en Tinebia. Traicionar a otros para conseguir cualquier cosa era ya una práctica recurrente incluso en mi país natal. Me había escudado en la idea de ser un periodista independiente solo para ignorar que bajo ningún concepto sería contratado formalmente por una prestigiosa agencia, pues mi ética profesional se contorsionaba diariamente para ajustarse a cada meta trazada. No era muy diferente a Lauve, sencillamente tenía menos poder y por ello mis decisiones solo terminaban perjudicando a uno que otro amigo o familiar, dos palabras que ahora me sonaban tan distantes como la posibilidad de salir de Tinebia.
Cuando finalmente el auto se detuvo y el conductor me indicó que me quitase la venda de los ojos, constaté que nos encontrábamos en un camino arenoso en medio de una especie de selva tupida por grandes árboles.
Un hombre vestido tal como aquellos que se llevaron a Camile abrió mi puerta y sin hablar me invitó a bajar del vehículo.
Usando sus manos me indicó el camino de tierra que tenía frente a mí y que se dirigía a una pequeña caseta de cemento de unos seis metros cuadrados con una puerta de acero. Las puertas de este material y yo no nos habíamos llevado muy bien en el pasado.
Mientras caminaba, oí otro auto aproximándose. Llegué hasta la puerta y me detuve. Me volteé a mirar y observé a un caballero bajando del recién llegado vehículo.
La figura del sujeto desde lejos me resultaba familiar, pero fue al verle llevar el cigarrillo a la boca cuando descubrí que se trataba de aquel misterioso hombre que había estado en mi celda y que más tarde me había entregado toda la información de los hermanos Youssef y de Camile. La aparición constante de los mismos personajes me daban la sensación de que el círculo de confianza del Ministro era bastante estrecho.
Con una sonrisa que reflejaba su excesiva confianza se acercó a mí y me saludó diciendo: — Bienvenido. Mi nombre es James.
Le di la mano y quedé expectante a sus indicaciones.
—¿Quieres verlo ya?— me preguntó.
Permanecí en silencio. Sentí que este hombre solo sabía hacer preguntas retóricas.
Arrojó la colilla de su cigarrillo, y se paró frente a una esfera negra de vidrio que se encontraba al lado de la puerta de acero. Inmediatamente ésta se abrió.
Cruzó la puerta y entró a lo que parecía ser un cubo de acero resplandeciente, excesivamente iluminado con luz blanca. Yo le seguí.
Al entrar ambos, la puerta se cerró nuevamente y casi automáticamente comenzamos a descender. Lo supe porque la velocidad a la que se movía este ascensor generaba un vacío en mi estómago.
Luego de unos diez segundos, la puerta se abrió nuevamente. Recuerdo dos cosas de ese momento, el murmullo de una gran cantidad de personas trabajando en un espacio completamente cerrado y el olor, era el aroma penetrante que remanece luego de un meticuloso proceso de desinfección. Frente a nosotros había un salón de unos 500 metros cuadrados, tan o más iluminado que el ascensor de donde veníamos. El espacio se distribuía geométricamente en decenas de cubículos de vidrio a media altura, en donde al menos unos 70 hombres trabajaban en sus computadores. A medida que comenzamos a atravesar el espacio descubrí que el perfil de quienes allí laboraban era particularmente joven, diría que el mayor del grupo avizoraba a buena distancia la crisis de los 30.
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Un Viaje a Tinebia
Mystery / ThrillerUn viaje a Tinebia es una novela llena de suspenso y psicodelia. La historia se desenvuelve en un universo distópico llamado Tinebia, en donde todas las sustancias psicoactivas han sido despenalizadas y el gobierno promueve su consumo entre los ciud...