"He Vuelto"

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"He vuelto"


Por mucho que intentará dormir solo podía girar sobre si horizontalmente, acomodar las almohadas y tratar de mantener la calma para no gritar histéricamente de frustración. Desde aquel "Eso", todo lo que había conseguido era desorden. Finalmente, se había dado la vuelta dejando a Emma sin respuestas y sin nada que decir. La había llamado suavemente una vez, pero ¿qué iba a decirle? Todo era igual de confuso para ella así que se quedó en silencio aun cuando la rubia insistió diciendo su nombre una vez más. El resultado ante su mudez fue un suspiro de Emma y el resto del silencio de la noche. Y por más que deseaba con urgencia dormirse y no pensar en nada, no encontraba forma alguna de conseguirlo. Seguía dándole vueltas a las cosas sin importar cuánto se negará a pensarlo. ¿Por qué todo se había vuelto tan extraño de repente? ¿Qué quería decir todo aquello? ¿Qué ambas tenían algún tipo de sentimiento reprimido que la daga sin querer había logrado despertar? No, no, no, no. No y no. "Es imposible, esto es casual, un simple error, un desliz", se dijo sintiendo que esas palabras la traicionaban como si cualquier excusa fuera insuficiente. Dio una vuelta más en la cama ignorante de cuantas había dado ya y de cuantas veces había estado tentada de sentarse en la cama, encarar a Emma y aclarar esto de una vez.

"Y si tuviera algún sentimiento por ella, ¿de qué clase sería?", esa frase se le había cruzado por la insomne consciencia algo así como demasiadas veces desde que estaba en la cama. ¿Qué sentía por Emma? No podía determinarlo con precisión. Es decir, la odió cuando apareció en Storybrooke dispuesta a romper su perfecta y aburrida vida, la odió cuando su hijo la rechazaba por su culpa, la odió cuando trajo de regreso a Marian, cuando le arrebató aquel posible final feliz. La verdad es que exageraba, no la odiaba. A este punto, solo la había odiado por unos mínimos instantes momentáneos, pero luego había aprendido a excusar sus acciones o a valorar cosas que hacía por ella por sobre cualquier otra. Como salvarla de convertirse en el Ser Oscuro.

No había pensado mucho en ello desde que llegaron, pero Emma había ofrecido su vida y todo lo que tenía por ella. Había sido su salvadora y le había otorgado la capacidad de ser una nueva persona con ese sacrificio. De intercambiar los papeles por una vez. No la odiaba, no la detestaba a pesar de su frustrante personalidad y de que resultaba tan impredecible como incontrolable. Y a Regina no le gustaba perder el control. Como ahora. Que descontroladamente quería explicaciones que no se podía dar. "Al demonio, necesito saber", pensó mientras se sentaba en la cama.

-Señorita Sw...

Se quedó en silencio al notar como estaba sola en la habitación. Emma se había marchado en alguna de sus tantas idas y venidas. Vaya. ¿Qué era esa sensación repentina? ¿Decepción? Un martirio que cruzaba por su estómago. Se dejó caer suspirando. Quería hablar con Emma, pero llamarla la hacía sentirse vulnerable y no deseaba sentir nada más por hoy. "Podría haberme resistido". ¿Por qué Emma había estado tan dispuesta a confesarse con ella? ¿Por qué no mejor dejarlo para ella misma? Quizás para conseguir incomodarla hasta el punto de no poder dormir. Esto no tenía sentido. Sentía que debía castigar a Emma por no dejarla descansar, por martirizarla con confesiones ambiguas, por haberla molestado todo el día con bromas de mal gusto y susurros incomprensibles. Si no se había podido resistir quería decir que la había torturado, inconscientemente, al menos por unos momentos. Tal vez debía dejar de ser tan comedida y jugar con la rubia un poco. Al fin y al cabo, ella tenía la daga y la daga le daba el poder de iniciar, de frenar y de 'resetear' cualquier estúpida situación que surgiese.

Sopesó contra la almohada el equilibrio entre lo que iba a sufrir ella y lo que iba a torturar a Emma, y el saldo le pareció a su favor. Puede que tuviera que escucharla todo el día siguiente, pero al menos se quedaría saciada de verla incomoda y, quizás, incluso conseguía una respuesta y lograba dormir algo.

El poder de la Daga - SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora