"GRRRRRRRR..."

4.6K 303 39
                                    


"GRRRRRRRR..."

Emma caminaba junto a Regina por el corredor hasta el calabozo. Se detuvieron junto a los guardias, los cuales les dieron las llaves de la celda y, también, la vieja botella de ron de Killian.

-Sir Arturo estuvo aquí más temprano para verificar que todo estuviera como habían solicitado las señoras – dijo el jefe de la guardia – y para asegurarse que les entregáramos estos artículos al ingresar donde están alojados los reos.

- Muchas gracias – ambas asintieron con aprobación.

-Los malhechores han desayunado y están aguardando la llegada de las visitas – agregó el hombre –, pero no les hemos informado que se trabaja de las señoras aquí presentes.

-Al menos nos hemos ahorrado los croissants – bromeó Emma.

-Perfecto, capitán, muy amable – Regina le asintió atentamente al hombre y, tomando la mano de su novia, siguió andando – si nos disculpan.

De un lado del pasillo, ellas iban hacia la conversación que habían decidido tener de manera voluntaria. Una que no quisieron retrasar para sobre todo poder concentrarse en lo que interesaba: liberar a Camelot y volver a casa. Volver para hallar que, en el mejor de los casos, ese sitio al que llamaban casa seguía ahí, en el mismo sitio anónimo, pero que para ellas no sería el mismo. Se fueron como "compañeras", algo así como amigas circunstanciales que tenían un vínculo común al que llamaban hijo. Ahora, desatados los acontecimientos posteriores a la transformación de Emma en el Ser Oscuro y a su liberación, eran mucho más, seguían siendo amigas, pero eran mucho más que esa clase de amor. Ambas tenían un implícito deseo de disfrutar de la forma cotidiana que ese nuevo vínculo podía suponer. Y para eso había que ocuparse de los detalles previos, menores y mayores. El asunto "pirata manco + ladronzuello" era lo primero de la lista de detalles, uno para, sencillamente, asegurarse poder vivir sin esperar represalias absurdas.

Del otro lado del pasillo, Hook y Hood esperaban con impaciencia al orador o, contando las sillas preparadas, los oradores que les darían el sermón del día final y, posiblemente, les impondrían ordenes de restricción para sus ex - novias y algunos allegados. Al fin y al cabo, se habían ganado con creces las consecuencias y, aunque Arturo a pesar de no ser fanático de ninguno había sido optimista sobre su futuro cercano, ellos sabían que la golpiza generalizada y los adjetivos desafortunados eran un punto de inflexión en su relación con Storybrooke.

Emma y Regina caminaron por el resto del corredor y justo delante de la puerta que comunicaba la salida con los calabozos se detuvieron.

-Descartemos a ese par - insistió la rubia tratando de no tener que ver más a ninguno de los dos hombres.

-Emma ya hemos hablado de esto ¿verdad? - respondió Regina y los hombros de la mujer a su lado se movieron resignadamente.

Acto seguido, Emma le hizo un puchero a Regina haciéndola reír y cómo consecuencia la morena le dio una palmadita en el trasero que hizo Emma pestañeará seguidito.

-Vamos allá Señorita Swan.

Emma asintió y tomó una vez más su mano. Caminaron los dos pasos bajo el marco de la puerta que separaban su mundo libre del mundo de los prisioneros. Anduvieron con firmeza los pasos hasta quedar delante de la celda en la que la mesa y las cuatro sillas, y por supuesto los dos hombres, aguardaban. Robín se puso de pie inmediato las vio llegar, moviendo la silla con un ruido sordo y haciendo que Killian que observaba por la pequeña ventana el exterior se girará intrigado. Abrió los ojos en un gesto de sorpresa tan expresivo como la mirada fija del ladrón.

El poder de la Daga - SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora