"¿Yo qué?"

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Antes de continuar reeditando y colgando los capítulos, quiero que sepan que está historia es una comedia romántica, más comedia que otra cosa, con contenido adulto. Es un fanfic Swan Queen con una Emma muy particular que irá surgiendo poco a poco, ya lo verán. Dicho esto, las/los dejo con el siguiente capítulo. Gracias por leer.

¿Yo qué?

Por mucho que permanecer en la habitación un par de días habría sido una elección cuando menos interesante, Regina no podía tomarse esa libertad. Primero, porque sabía que Snow no tardaría en venir a buscarlas si no veía a ninguna. Y si no fuera ella, sería Henry o incluso David. Segundo, debían hablar sin dilación con Merlín y explicarle que era lo que, posiblemente, había roto su maldición, además de pedirle momentánea discreción. Tercero, Emma estaba castigada y permanecer en el cuarto con ella era, lo mínimo, peligroso. Cada atolondrado intento que hacía Emma por romper su abstinencia obligada era a la vez una disminución de su capacidad de evadirla. Y es que la deseaba, Emma le había despertado necesidades reprimidas con tanto rozamiento nocturno, pero tenían que hacer otras cosas y ella quería torturarla un poco más antes de darle cualquier premio. Al salir de la habitación, mientras caminaban por el pasillo la rubia insistía.

-Vamos... solo un besito – decía apenas audible.

-No.

-Sólo uno solo, por fa...

-Ni tú te lo crees Emma – respondió Regina – como te deje besarme me avasallaras y me arrastraras al cuarto, y créeme que no quiero que Snow venga a ver qué nos pasa y viva una típica escena de madre adolescente...

-Pero ¿qué tiene de malo pasar unos minutos más en la cama? – objetaba Emma con inocencia fingida.

-Agghhh ¡cállate por favor! – replicó Regina sacudiendo la cabeza mientras sonreía - ¿te olvidas que eres el ser oscuro y que esta es una misión para salvarte?

-Sí, pero tú tienes la daga – dijo Emma restándole importancia – si no me ha sucedido casi nada en tanto tiempo creo que no tiene por qué cambiar hoy.

-Lo sé – Regina apoyó la mano sobre la vaina que cubría la daga en su cintura – , pero ahora más que nunca quiero que te libres de tu atadura a esa cosa – le explicó con una mueca preocupada – no quiero que te suceda nada malo, no quiero... - iba a decir perderte pero se quedó en silencio antes de terminar – no puedo dejar que te sucede nada, ni que alguien se aproveché de ti o de tu poder –reveló haciendo un esfuerzo sobrehumano para evitar el ligero temblor en los labios – no voy a permitir que nadie te convierta en lo que no eres, como te prometí.

Emma se olvidó de estar en medio del pasillo o de las órdenes verbales de alejamiento y estrechó a Regina en sus brazos besándola con intensidad. La soltó al cabo de unos segundos, antes de que el beso se prolongará – sé que sabes que esto que siento es importante, es verdadero – le confesó mirándola a los ojos – , por eso quiero que sepas que nada me alejará de ti, no sucederá aunque tú me eches de tu lado -añadió con seriedad - ni siquiera pienses que podrías alejarme así nada más.

Regina se habría puesto a llorar porque hacía demasiado tiempo que alguien no le confesaba amor del bueno con tanta sinceridad, pero se contuvo. Con Robín fue bonito, pero su corazón no celebró en voz alta como ahora mismo hacía. Los ojos de Emma reflejaban su verdad con brillos azules y pensó que si el amor verdadero era la magia más grande de todas, el brillo de esa mirada debía ser más mágico que cualquier polvo de hadas. "Qué sé pudra, Campanilla, es imposible que este no sea mi verdadero amor".

El poder de la Daga - SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora