"Tú tampoco"

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Tú tampoco

Llegar a la cena fue solo cuestión de esmerarse en la higiene y tratar de quitar las manos de una sobre la otra. Nada fácil, evidentemente. Regina invocó una ducha caliente que les sentó de maravillas y, luego, se encargó de golpear las palmas de Emma cada vez que iban hacia sitios poco desinteresados. Estuvieron 40 minutos bajo el agua de los cuales la mitad transcurrieron tratando de ducharse y la otra dando o recibiendo coscorrones. Pero quien podría negar que fuera divertido. Al vestirse para salir, la puerta recibió un golpecito tímido, primero, seguido de uno un poco más enérgico. Al ser invitado a pasar, Henry, con una mano en la cara para evitar ver cosas innecesarias, dio un paso adentro recibiendo un rezongo de su madre.

-Henry – le advirtió Regina en tono no conciliador – quita la mano de la cara o te quedarás de interno en Camelot por un año, no hay nada que no puedas ver.

Henry, rápidamente, hizo caso y encontró a sus madres con toda la ropa puesta, algo que por su desaparición de varias horas le había parecido probable en un 50% y, pues, ante la duda – y arriesgarme a tener un trauma de por vida, me basta con haber visto a los abuelos.

-¿Has visto a Snow y David? – preguntó Regina - ¿en la cama?

-Si, por suerte, en ese momento era un niño – explicó – el trauma se suavizó, pero igual pasó de verlas a ustedes haciendo sus cosas.

-No estábamos haciendo nada – dijo Emma haciendo que Regina se sintiera conforme con sus palabras – eso lo hicimos antes – susurró a Henry y un par de calcetines salidos de quien sabe dónde se estamparon contra su rostro – ¡ey!

-¿No tienes filtro, cierto? – replicó Regina con seriedad – no es información que nuestro hijo necesite para sobrevivir.

-Desde luego, no – dijo un conmocionado Henry incapaz de mirar a ninguna y tampoco a la cama, y percatándose de algunas prendas que aún permanecían en el suelo – creo que mejor las espero en el comedor – anunció dándose la vuelta y tratando de escapar de la habitación girándose a tiempo para ver como el par de calcetines le daba de nuevo a Emma en la frente, soltó la risa un segundo.

-¡EY! –protestó la rubia.

-¿No le dije acaso que juntará su ropa del suelo? – enfatizó volviendo al Swan la alcaldesa, mientras señalaba como las bragas y los pantalones de Emma permanecían en el suelo a la vista del mundo.

-Pero si tú los pusiste ahí así que a ti te toca recogerlas - Emma evadió el par de calcetines –, pero si es cierto, tú me las quitaste y...

-LALALALALALALALA – Henry puso sus dedos de forma tal que no pudiera oír nada y salió berreando con todas sus fuerzas sin mirar atrás.

Un nuevo par de calcetines hizo impacto contra Emma - ¡EY! ¿De dónde salen tantos calcetines? O eres compradora frecuente o cleptómana.

-¿Olvidas que soy una bruja? – le respondió Regina – ¿prefieres que te convierta en sapo para recordarlo mejor?

-Oh no – dijo Emma de inmediato – y privarte de este cuerpo tallado a mano – agregó mientras pasaba una mano por su torso. Una lluvia de calcetines terminó con su argumento sin piedad.

-Acabe de vestirse de una vez, Swan – le indicó con expresión molesta la morena.

-Lo haré, lo haré pero nada de calcetines – anunció - ya he tenido bastantes calcetines por este día.

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En el salón la tensión generalizada era evidente, excepto para Killian y Robín que la sentían pero no alcanzaban a entender por qué estaba presente. Emma y Regina se sentaron a un lado de Merlín, frente de Belle y Henry que no dejaban de revisar unos libracos enormes con aspecto antiguo. Justo a la izquierda de ellos estaban David y Snow que no levantaron mucho la cara de su cena. Los dos hombres se sentaron frente a ellos.

El poder de la Daga - SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora