"¡Oh diablos, Señorita Swan!"

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¡Oh diablos, Señorita Swan!


-¿Qué vamos a hacer? – repitió Emma mirando a la morena que seguía sin decir una palabra - ¿crees qué, es decir, nosotras... despertamos a Merlín? – las palabras no le pasaban fluidamente por la garganta y no pasó desapercibido para Regina.

-Eso es ridículo – respondió a la defensiva.

-Pero..., es decir, él volvió justo cuando tú y yo nos besamos... es demasiado casual, ¿no?

-¿Entiendes lo que estás proponiendo? – le respondió colocando los brazos en jarra – admitir eso significaría tener que... – ahora las palabras se le atragantaron a ella – que decir que nos besamos, que explicárselo a tus padres, a Henry – se dio la vuelta incapaz de seguir mirando a Emma – sin contar con que sería afirmar que somos... que nosotras – no pudo ni repetirlo más por temor al ridículo que por cualquier otro sentimiento negativo – es inconcebible – dijo con fuerza.

-Yo... no lo sé – confesó Emma – es decir, ¿tan imposible puede ser que algo así fuera cierto?

Regina tragó saliva consciente de que Emma no pondría una duda así sobre la mesa sino fuera porque ella misma estaba confundida, como lo estaba la reina – no lo sé – dijo finalmente girándose – es decir, me parece absurdo – agregó viendo cierto abatimiento en los ojos de la rubia– o sea – explicó – ¿cuánto hace que te conozco?

Emma cuadró los hombros – 3 años o más.

-¿Y recién ahora vamos a – buscó las palabras correctas – sentir esto? ¿Por qué ahora?

-¿Por qué no? – insistió Emma.

-Emma – interrogó la alcaldesa – tú – la boca le pesaba como si no quisiera decir aquello - ¿tú sientes eso por mí?

Emma se removió nerviosa – no lo sé.

Regina sonrió con tristeza – ¿ves? No podemos dar por sentado algo tan complejo sin una certeza – se recompuso de la consternación y la sensación de desasosiego – propongo que veamos que sucede – dijo con energía – veamos si Arturo encuentra al o a la dichosa salvadora que pueda corroborar la teoría de Belle, y si no puede le diremos lo que sucedió a Merlín – añadió esperando el asentimiento de Emma que no tardó en llegar – con discreción.

Emma volvió a asentir y suspiró apagada – la verdad por mucho que me digan que es prácticamente un milagro que Merlín este aquí y me pueda ayudar no deja de ser el ser más inoportuno del mundo – declaró apretando los labios – desde luego podría haberse esperado al alba para aparecer – dejo la habitación mientras mencionaba aquello.

Regina necesitó unos segundos para procesar la declaración, pero una vez que lo consiguió se sonrojó a tal punto que tuvo que tomarse las mejillas y sacudir la cabeza para dejar de imaginar cómo habría terminado la noche de no ser por el hechicero más poderoso del mundo. Después de todo, antes de que apareciera estaba sobre Emma y en sus labios – ¡Oh Diablos, Señorita Swan! – se escapó de su boca antes de seguir a la otra mujer.

Inútil. Así se resolvería el asunto en una palabra que fuera consecuente con el desfile de campesinos, delincuentes y cortesanas que pasaron por la cámara de Sir Arturo después de que su guardia reclutará a cualquier posible sospechoso de ser el/la salvador/a bajo a veces el minúsculo criterio de "besó a alguien", incluso descuidando el detalle de "primer beso" y "madrugada". Dentro de la sala mayor eran recibido por el jurado encabezado en primer lugar por el hechicero, seguido de Regina y Emma, la cual se había negado a participar sin la presencia de la morena, y por supuesto, el incansable Sir Arturo.

El poder de la Daga - SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora