"¡DESAFIO ACEPTADO!"

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¡DESAFIO ACEPTADO!

El camino hasta el vértice final del sendero elegido por Regina era silencioso, pero no por ello menos ambiguamente emocional. Algunos se sentían tristes, otros estaban ansiosos, otros no tomaban ninguna postura. Sir Arturo caminaba con la mirada entusiasmada por la posibilidad de encontrar a su amigo después de tantos años, de romper esa muralla mágica que sumió a su reino en un agónico "estar" en lugar del prometido "andar". Zelena no tenía una gota de expresión en su rostro, pero le acompañaba. Ellos eran los primeros y Emma, junto a Regina, eran las últimas.

Regina caminaba sosteniendo la mano de Emma y apretándola de a ratos, pero su mente estaba sumida en evitar regresar al duelo de la primera vez. Se dio cuenta que ser salvadora era mucho más duro y doloroso de lo que las fábulas mencionaban.

De reojo, le dirigió una mirada a Emma, quién seguía andando a su lado con una resuelta expresión de seguridad que en ocasiones cambiaba a comprensión, solo para ella. ¿Habría sufrido de esta manera por heredar el trabajo de salvar un reino? A quién demonios quería engañar, por supuesto que sí. Había crecido careciendo de familia, sin un sitio donde ir. Complaciéndose solo con ella misma. Había conocido y perdido a Neal, sólo por ser la salvadora, por cumplir su destino. Él la abandonó cuando ella estaba embarazada de Henry y, además, por su causa la metieron en prisión, razón por la cual tuvo que dar en adopción a su pequeño. ¿Todo por qué? Por ser la salvadora. Había sufrido todo lo que se podía sufrir por esa razón. Parte del antiguo remordimiento, por el mal que le había causado a la rubia, la azotó desde el pasado. La morena suspiró con culpabilidad y atrajo la atención de su compañera.

-¿Estás mejor, cariño? – le preguntó Emma – sé que no estás bien por todo esto y créeme que de haber podido te lo habría evitado.

-Está bien – Regina la observó – realmente, teníamos que hacer esto, teníamos que ayudarles a romper ese mal, aunque eso significará tener que revivir el recuerdo de Cora.

Emma se mordió el labio – oye, siento todo lo que sucedió con ella, o sea, no cumplí mi palabra de mantenerme al margen y no decir nada – explicó avergonzada – supongo que no controlo muy bien ese lado mío tan verborrágico.

Regina sonrió – desde luego, llamar Doña Cora y suegrita a mi madre ha sido desbocado, créeme que ella no estaba nada feliz – la morena había percibido todas las emociones de su madre como si fueran propias –, pero tu confianza en mí me deja sin posibilidad de enfadarme, cruzaste esa barrera sin dudar un segundo de mi amor por ti – le aseguró - ¿cómo podría siquiera pensar en condenarte?

-Estaba segura que nunca me lastimarías – Emma se detuvo un segundo y la retuvo poniéndose frente a ella – sabía que por mucho que tu madre quisiera dañarme o alejarte, tú no lo permitirías – le acarició suavemente las mejillas – podría haber esperado a que tú lo resolvieras, pero tu madre puede ser, ya sabes, exasperante.

Regina rio – lo sé.

-Pero es tu madre y la quieres, si es importante para ti también es importante para mí – Emma la observó con sus ojos claros brillantes – me hubiera gustado tener tiempo para conocerla y que me conociera un poco más – confesó – quizás le hubiera empezado a parecer "no tan mala o vulgar".

Regina sonrió dulcemente. A ella también le hubiera gustado ver la faceta "suegra con corazón" de Cora, pero algunas cosas aunque sean dolorosas es mejor dejarlas como están. Al fin y al cabo, sin la desaparición de Cora los acontecimientos siguientes habrían sido muy distintos a los que sucedieron y, quizás, ella no habría logrado encontrarse con Emma de esta manera jamás.

El poder de la Daga - SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora