Oğlum Süleyman/Mi hijo Süleyman

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14 de agosto de 1644

—Ya casi son las pruebas, madre —le recordó Hanzade.

—No puedo irme de aquí.

—Debes hacerlo, no hay diferencia alguna con Mehmed o Süleyman y lo sabes.

Kösem suspiró. Era verdad. Ella no detuvo las pruebas cuando Mehmed estaba en peligro de muerte y no tenía porque hacerlo con su hijo.

—Madre —habló Murad llegando con las mujeres. —Tienes que ser fuerte.

—No me pidas eso, Murad. No cuando tu hermano está en peligro de muerte.

—Perdón —se disculpó apenado.

—Las pruebas deben seguir.

Murad asintió.

—Primero tengo que saber cómo está mi hijo.

—Iré por el médico —avisó el príncipe.

Kösem miró como su hijo entraba a los aposentos de su hermano mientras pensaba en quién podría ser el responsable de la posible muerte de su hijo.

—¿Quién pudo hacerle eso? —le preguntó a su hija.

—El maldito que nos podía responder eso se quitó la vida.

—Aún así encontraré al culpable —aseguró la Sultana.

—La flecha no iba para Süleyman.

—¿Qué? —preguntó sorprendida.

No era novedad que la Sultana no lo supiera ya que sólo tenía ojos para su hijo Süleyman.

—La flecha iba para Mahmud pero, Süleyman se atravesó.

—¿Por qué querrían matar a Mahmud?

—Todos son buenos candidatos pero, Mahmud se distingue de los demás por su forma de tratar asuntos de política. Tal vez a esa persona no le conviene que él asuma el trono.

—¿Y Mahmud?

—Busca como loco al responsable, se siente culpable por lo de Süleyman.

—¡Por Allah! He estado tan concentrada en Süleyman que he descuidado a mis demás hijos.

Murad salió de los aposentos junto al médico quien tenía cara de angustia. No era para menos, cualquier mala noticia y podría ser ejecutado por no ser capaz de salvar al príncipe. Por otro lado, Murad estaba perdido en el tiempo, sintiendo como todo estaba por perderse.

—Sultana —dijo el médico haciéndole reverencia.

—Habla —le ordenó.

—Sultana, todo queda en manos de Allah.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó con el corazón empezando a palpitarle frenéticamente.

—La flecha tiene veneno. Creímos que no era así pero, es un veneno desconocido y difícil de detectar. Perdón, Sultana. Temo que el şehzade no pase de la noche.

Al terminar de escucharlo, Kösem vio como todo le empezó a dar vueltas, su corazón se aceleró más y el cuerpo le empezó a temblar. Estaba por caer hasta que Hanzade la tomó del brazo para evitar su caída.

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