Yeni Şehaseki/Nueva Şehaseki

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30 de agosto de 1643

—¿Qué ocurre, Meleksima? —le pregunté a mi nuera.

—Nada, Sultana.

—No me mientas, te conozco bien. Algo te pasa, no tienes el mismo brillo.

Ella sonrió con tristeza.

—Escuché que el Şehzade Kasim planea convertir en Şehaseki a Hümaşah.

—¿Quieres poder?

—No, no lo quiero. Sólo que, eso significa que él la quiere más.

Suspiré.

—Dime, Meleksima ¿Qué te dije cuando te convertiste en Sultana?

—Si quieres sobrevivir en este palacio debes de aprender que primero te humillaran y luego tú los humillarás. Todo lleva su tiempo —respondió.

—Ahora te diré otro.

Ella me miró con atención.

—Primero te harán sufrir y luego tú los harás sufrir.

—Primero te harán sufrir y luego tú los harás sufrir

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Meleksima asintió.

—Puede que Hümaşah se vuelva Şehaseki pero, sobrevive la más inteligente. Eres una buena persona si no es que la más pura del palacio, sin embargo, esa pureza no puede durar para siempre.

—Sultana...

—No, Meleksima —la interrumpí —Las mejores Sultanas se crean del dolor. Mírame, perdí a mi esposo y a mis dos hijos. Soy la mujer más poderosa gracias al dolor. Tú debes hacer lo mismo; darle gracias al dolor.

—Gracias, Sultana.

—No, Meleksima, gracias por amar a mi hijo.

Ella sonrió.




•••




La música sonaba, muchachas bailaban y sirvientes iba y venían. La boda de Ayşe y Murad estaba por festejarse.

—¡Atención! —gritó un agha —¡El Şehzade Murad y Ayşe Sultan están aquí!

Todos los presentes hicieron dos filas a lado del caminito que había en el harem para después hacer reverencia.

Murad y Ayşe, sonrientes, se dirigieron a mi junto a mis hijos y nietos.

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