Kapanış/Cierre

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12 de enero de 1645

El sol estaba por salir y el Sultan esperaba con paciencia para poder atacar. Sabía que Mahmud era su hermano pero, sólo uno tenía que morir para que el otro pudiera vivir. El plan de Kasim era poner a su hermano en la jaula, sin embargo, si no lo lograba, tenía que matarlo. Su madre siempre le mostró el lado más humano de los demás y cómo debía ser ejercido por lo que encontraría una forma de que Mahmud renunciara al trono sin necesidad de perderse muchas vidas.

—Es hora —ordenó Kasim.

Los soldados se pusieron en sus posiciones al igual que Selim y Mehmed. Lo único que el Sultan no sabía era que Murad iba en camino a su ayuda mientras Ibrahim regresaba al palacio. Además, Kösem estaba muy cerca.

Las tropas otomanas empezaron a avanzar con mucha lentitud al igual que las tropas de Mahmud. El mayor iba montado en un caballo blanco, protegido de pies a cabeza y hasta el frente.
El menor iba igual que su hermano pero, con la gran diferencia de que su hermano y sobrino lo acompañaban hasta adelante.

Por suerte estaban en un lugar donde ningún inocente podía salir herido. El lugar estaba lleno de pasto, tierra y uno que otro árbol.

Al estar ambos a una distancia aproximada de 200 metros, éstos les hablaron a sus tropas. Mahmud dando un discurso sobre la paz con Bohemia y Kasim hablando sobre el imperio y el futuro. Cada quien alentando cómo podía.

—¡Por el imperio! —gritó Kasim con su espada en lo alto.

—¡Sí! —gritaron los demás. —¡Larga vida al Sultan Kasim! ¡Qué Allah guíe su espada!

Kasim sonrió para después dar la orden de atacar primero al frente y luego a los lados formando una "U".

Kasim y los príncipes —incluido Mahmud— se unieron a su respectivo ejército comenzó así una feroz batalla.

Mahmud mataba a los jenízaros que estaban enfrente. Sin que él lo supiera mató a jenízaros que una vez confiaron en él. Kasim mató a los que quedaban de húngaros y soldados de Bohemia. Mehmed decapitaba a todo se le atravesase y Selim mataba sin piedad.

El tiempo pasó muy rápido para el Sultan y su hermano Mahmud hasta llegar el punto donde ambos se encontraron de frente.

—Traidor —le dijo Kasim entre dientes.

Mahmud rió.

—Te quitaré el trono que me corresponde por derecho.

—¡Por derecho es mío! Mamá siempre nos enseñó a aceptar la derrota.

—No, mamá nos enseñó a nunca rendirnos y yo no me rendiré.

Mahmud intentó cortarlo con su espada, cosa inútil ya que Kasim logró esquivarlo y cortarlo a él.

—Mamá no quiere esto, recapacita por ella.

—No metas a mamá en esto —lo regañó intentando acercase. Kasim retrocedió. —No seas cobarde y enfréntame.

Kasim rió para después acercarse a él y sus espadas chocar hasta que Mahmud empujó su espada hacía adelante con tal fuerza que por un instante Kasim perdió el equilibrio, el cual recuperó al golpear con el pie derecho el estómago de su hermano.

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