Söz/Promesa

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6 de octubre de 1643

Kasim lloraba mientras los 5 féretros salían del palacio. Pobre de mi hijo, había perdido mucho en tan poco tiempo. Pobre de esos pequeños, nunca creí que Ayşe llegara a tanto. Se tomaba muy enserio el lema de amor, lealtad y poder.

Por otra parte, Meleksima miraba con odio a Ayşe y no era para menos, le había arrebatado lo más importante de su vida aunque, a decir verdad, se merecía ese dolor.

—Hijo —le hablé a Kasim.

Él me miró con tristeza para después abrazarme.

—No pude protegerlos —lamentó. —Les fallé.

—No digas eso —le pedí con dolor. Me dolía verlo triste. —Ellos te cuidarán y estarán orgulloso de tus logros.




•••




Caminaba en el palacio con pesar, la tensión se sentía y no era para poco. Todo volvía a ser obscuridad.

Al pasar por uno de los pasillos, vi a Murad afuera de los aposentos de Nur. Con curiosidad, me acerqué a donde él se encontraba.

—Murad —le hablé.

Él puso su dedo índice de su mano izquierda en sus labios, indicándome que guardara silencio. Lo miré con confusión para después prestar atención a donde él veía. La puerta estaba entre abierta así que tenía una buena vista.
Estaban mi sobrina Mah y mi nuera Nur sentadas en uno de los sillones.

—Nur, no desesperes.

—Mah, ya no puedo. Mi amor por el Şehzade Murad muere poco a poco. Mató a mi hermano y me separó de mi familia. No merece mi amor.

—No digas eso. Recuerda lo ilusionada que estabas cuando te enteraste que irías con el Şehzade. No pudiste dormir de la emoción y, cuando tuviste a tu primer hijo no dejabas de decir lo feliz que eras aún cuando Ayşe estuviera con él. A pesar de todo, siempre lo amaste.

—Me cansé, Mah. Me cansé de esperar, callar e intentar de tener su amor.

 Me cansé de esperar, callar e intentar de tener su amor

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—Piénsalo bien. Recuerda que no siempre serás la única.

—Lo sé. En este punto envidio a Kösem Sultan. Ella tenía el amor del difunto Sultan Ahmed. Él no toco a otra mujer en once años. Su amor es digno de admirar. Sólo deseo que en la otra vida tenga un amor correspondido.

Murad cerró sus ojos con fuerza para después abrirlos y alejarse.

—Murad...

—Perdón, madre.

—¿Por qué?

—Aún recuerdo el día en que papá te tomó del cabello con brusquedad. Los gritos de mis hermanos y hermanas defendiéndote y las palabras amenazadoras de Ayşe no son fácil de olvidar. Ese día juré no ser como él. Prometí que nunca dejaría que mis esposas se sintieran menos. Hice esa promesa por ti y te fallé.

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