Unique Zing

XIII. Sínodo

La historia sobre el surgimiento de las Palabras se remonta a la historia misma de las Madres, que son vagas, pero no por eso menos fantásticas. La mayoría las toma como un simple cuento, sin embargo, los mismos monstruos desconocemos lo intrínsecamente ligados que estamos a los humanos.

Canto a las Madres

Al llegar la noche, Dennis estaba poniendo al tanto de la situación a Winnie, quien con cada palabra que escuchaba se confundía más y más. Al principio todo fue sencillo y escalofriante al mismo tiempo: el libro encuadernado en negro era un diario, diario que perteneció a Fidencio Drácula, tío-bisabuelo de Dennis. En dicho diario ponía el viaje de Fidencio en busca del motivo de la Multiguerra, más allá del banal uso de los humanos como alimento y mano de obra, el descubrimiento de la transformación de humanos en vampiros, el descubrimiento de la Lágrima de Luna y unas inquietantes páginas sobre que había algo más sobre lo qué preocuparse.

Algo que las Lágrimas de Luna encerraban por alguna razón.

Al oír eso los vellos de la nuca se le erizaron, recordando el poder que había atisbado en su ser, sintiendo esa presión asfixiante y aterradora que duró muy poco, por suerte. El diario decía que no podían no ser dioses, y Winnie lo creía, ese poder tan absurdo debía, por fuerza, ser de algo divino o que rozara lo divino. Por la Luna, ¿eso era lo que habían soltado al usar la última Lágrima de Luna, la negra?

Lo que se quedó en su mente rondando fue aquella voz imperiosa y que, por alguna razón, sonaba cansada. «Las Palabras», había dicho, y por algún motivo le había llegado a la mente aquel cuento para dormir que una vez su abuela le contó. Fue entonces que las Palabras aparecieron en su mente y, sin duda alguna, se vinculó a un poder enorme.

«¿Madre Humanidad?», preguntó.

Ya te he dicho, Winnie-hija-Wanda, que no soy Humanidad. Soy un fragmento de ella, una esquirla. Una diminuta parte de su consciencia que quedó viva antes de destruirse a sí misma para contener de las otras Madres.

Winnie cuadró la mandíbula para no asustarse por eso, aquella voz se había manifestado dos días después de volver, durante una pesadilla, y no se había ido. Era como que estaba en el fondo de su mente, esperando a que la llamaran, aunque tampoco es que hiciera mucho, sólo era una especie de segunda consciencia.

Sin perder el tiempo, ni darle a ella el suficiente para digerir ese golpe de información e ignorar la voz de la esquirla de Humanidad, Dennis le dijo sobre la masacre de una manada de hombres lobos y la desaparición de los cuerpos. Le contó también que los hermanos Ohmad, los vampiros que habían venido al hotel, aparecieron muertos en el lugar con un agujero en el corazón y los ojos totalmente blancos, sin iris ni pupilas. Que Wayne y Drácula estaban intentando hacer algo para que el Sínodo de los Licántropos no tomara cartas en una discusión abierta, y posible contienda, contra la Sede de los Vampiros, lo que generaría una batalla campal entre ambas razas y que se le había ocurrido colarse ambos en el Sínodo para encontrar información referente a la muerte de aquella manada y su desaparición.

Winnie parpadeó patidifusa, lo que Dennis sugería era suicida o algo más. Sí, a falta de un mejor calificativo, era suicida.

—Pero Zing-Zing —dijo Winnie, sentada en la cama de la habitación de ambos—, es demasiado arriesgado. ¿Cómo piensas entrar en el Sínodo sin que te despedacen? Los hombres lobos de allí son extremistas, no permiten que otras especies entren, mucho menos vampiros. Que yo sepa, no te puedes hacer invisible.

—Eso lo tengo cubierto, Winnie —respondió Dennis—. Me transformaré en algún insecto o tal vez una serpiente, me oculto en tu cabello de ser lo primero o en tu ropa de ser lo segundo y así pasaré desapercibido. Y no —agregó, levantándose y yendo al closet cuando ella le hizo una seña para que le pasara un conjunto— debes preocuparte por mi olor, ya que al ser mestizo, mi aroma vampírico quedará camuflado por mi olor humano. En teoría. —Se echó al hombro unos jeans cortos y una camiseta rosa con un estampado negro de una calavera.