XVII. Zing

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Confío en que Madre Humanidad haya previsto ese escenario y pudiera contrarrestarlo. Si una Madre lograba torcer las Palabras para obtener más poder, el caos llegaría al mundo sin duda. Sin embargo, reafirmo mi seguridad en la Perpendicularidad.

Porque cuando Madre Humanidad encerró a las demás Madres en su prisión, creó una Perpendicularidad. Condensó su poder en un solo punto para atar y unir a todas los demás, fragmentándose y destruyéndose, quedando solo una esquirla de su poder y consciencia, ya que casi toda ella, en trozos, estaba en la Perpendicularidad. En la prisión, conteniendo a las demás.

Canto a las Madres, escritor desconocido.



Luna retrocedió un paso, sorprendida.

—¿Winnie? ¿Qué es esto?

—No puedes tener mi dolor.

—Winnie...

—No. Puedes. Tener. Mi. Dolor.

—Sé razonable, Winnie...

—Yo odié a esos monstruos...

—Pero yo...

—Yo causé las muertes de esos monstruos al decidir irme de la ciudadela. Quizá tú estuvieras presente e influyeras en mí, pero yo decidí. ¡Yo decidí! —bramó Winnie, dando un paso hacia Luna.

La Madre frunció el ceño.

—¿Winnie, qué esperas ganar quedándote con esa carga?

Winnie le hizo una mueca burlona.

—Si finjo que nunca hice esas cosas, significa que no pude haber crecido para convertirme en otra monstruo, en una mejor.

—En un fracaso.

Algo se expandió dentro de Winnie, una calidez que ya conocía. Una luz tranquilizadora.

—Viaje antes que destino, Luna —dijo—. No puede haber un viaje si no se tiene un principio.

En su mente algo sonó. De pronto, una consciencia volvió. La esquirla de Madre Humanidad, lejana, asustada... pero también sorprendida.

¿Winnie-hija-Wanda?

—Aceptaré la responsabilidad por lo que he hecho —susurró Winnie—. Si debo caer, cada vez me alzaré como una monstruo mejor.

La Segunda Convicción de Madre Humanidad.



Will logró matar al renacido con las estacas en los ojos a duras penas, aquel lobo con diez estacas se movía tan rápido como un vampiro, usaba magia y triplicaba las habilidades de los licántropos. Eso, sumado a que las estacas de los ojos le permitían decantar vida y sanarse, le pusieron la pelea a Will demasiado difícil. Estuvo a punto de morir varias veces.

Jadeó, evitando que la profunda herida en el costado se desangrara lo suficiente como para matarlo. Era un agujero que le rasgó el hígado. Mala cosa. Eso era sin duda una herida mortal, le quedaba como mucho unos veinte minutos.

Gruñó, decantando toda la magia que pudo a su cuerpo para contener el sangrado con cada paso, mejor que la hemorragia sea interna a externa. Después de todo, si todo iba bien, moriría... pero llevándose a Luna con él.

Winnie estaba a lo lejos, envuelta en una bruma blanca, una niebla de poder.



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