Capítulo 9

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Cove

Menos de 10 minutos después llegamos a la puerta de mi casa. Antes de bajar del carro comienzo a buscar las llaves hasta que doy con ellas entre el desorden de mi bolsa.

—Bien, vamos —digo abriendo la puerta del auto y recogiendo el suéter que dejé en el asiento.

—¿Vamos? —pregunta el chico antes de que yo salga. Entonces se inclina hacia adelante para mirar a través de la ventana del copiloto con los brazos cruzados sobre el volante—. ¿Es tu casa?

Yo solo sonrío y abandono el auto. Sin embargo, Jake tarda unos segundos en seguirme.
Camino hasta la puerta y cuando he llegado meto las llaves a la cerradura. Entonces Jake sube el último escalón hasta llegar a mi lado.

—¿Voy a entrar a tu casa? —escucho en lo que intento descifrar el truco de esta cerradura tan complicada. Mientras tanto, el chico se recarga sobre la pared.

—Haces muchas preguntas —contesto antes de voltear a verlo—. Para alguien que dice estar dispuesto a todo.

Escucho un pequeño resoplido justo cuando abro la puerta.

—Solo quería estar seguro —responde con una tenue sonrisa. Y entonces yo río todavía más. 

Cuando pasamos, avanzo hasta las escaleras pero noto al instante que Jake no viene detrás de mí. Se ha quedado en la entrada, mirando a su alrededor completamente perplejo.
Yo me recargo en el barandal de la escalera y río bastante.

—¿Pensaste que veníamos a otra cosa? —pregunto con una sonrisa burlona cuando ha entendido por qué lo traje aquí.

—Bueno, lo llamaste sorpresa —dice encogiéndose de hombros, apoyando su peso sobre el pie izquierdo.

—Pareces sorprendido, creo que cumplí lo prometido —contesto con mucha diversión en la voz.

Al final me sigue escaleras arriba y cuando abro la puerta de mi cuarto me detengo en el umbral por un momento.

—Apuesto que nunca imaginaste trabajar de verdad cuando te subastaste, ¿cierto? —sonrío al ver todas las cajas a nuestro alrededor y los muebles amontonados en una esquina.

—Mentira, esto es lo que siempre imaginé —responde con sarcasmo, tomándolo con gracia.

Entro al cuarto y comienzo a mover las cajas menos pesadas, aquellas que seguramente traen ropa y zapatos, con el propósito de apilarlas por secciones.

—Me mudé hace exactamente tres días —le explico—. Nos habíamos estado quedando en un hotel y hasta ahora nos entregaron la casa pero al parecer nadie ha tenido tiempo de desempacar.

—¿Eres nueva en la escuela? —pregunta dando lentos pasos por el cuarto.

Sin quererlo suelto un suspiro, pues Marty definitivamente no le contó mis  "motivos" para entrar a la subasta. Si no lo aclaro ahora mismo no creo poder ser capaz de estar en la misma habitación con él sin sentirme como una loca compra-hombres.

—Sí, de hecho estoy en tu generación —contesto buscando la mejor manera de llegar a lo que necesito—. Ayer estaba presentando mi último examen de admisión y terminé comprándote. Dijeron que no juntarían el dinero y quise ayudar.

Por alguna razón comienzo a cargar más cajas en lugar de verlo a los ojos.

—Oh, claro —dice entre risas.

Genial, definitivamente no me creyó.

—Es verdad, creo que está muy claro —digo señalando las cajas, buscando la convicción dentro de mi propia voz—. Anda, no planeo dormir un día más con el sofá sobre mi cama —añado mirando el extraño acomodo de los muebles. Llevo tres días ocupando tan solo un tercio de la cama porque todos los cojines del futón se encuentran encima de ella.

¿Quién da más por Jake Harvey? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora