Capítulo 2

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Bethany

—¡450! —grito con el corazón a mil por hora y las emociones nublando lo que me quedaba de sano juicio. Estoy agitada, desorientada, exaltada... y ahora soy un torpe manojo de nervios. Mis manos están temblando y no tardo ni dos segundos en arrepentirme monumentalmente.

Así es, así es como comienza mi historia. Conmigo haciendo el ridículo enfrente de toda la escuela.

Ni siquiera soy capaz de mirar a Jake, quien seguramente se estará preguntando qué demonios le sucede a esta loca.

«Admitámoslo, ¿quién no se lo está preguntando en este momento?»

De pronto siento una mano jalar mi muñeca insistentemente, y los enormes y exaltados ojos de mi amiga sobre mí.

—¡Di que no! —grita apresuradamente buscando la manera de que la voltee a ver—. ¡Corre, di que era broma! —agrega espantada zangoloteándome como si mi brazo fuese un muñeco de trapo.

—Jake Harvey es para Bethany Allen —dice el chico que está detrás del micrófono entre risas y aplausos, mientras que yo estoy lejos de poder siquiera respirar.

Y menos ahora que siento un nuevo par de ojos clavados en mí. Jake está al otro lado del lugar mirándome directamente. 

Sus ojos son tan verdes y expresivos que me llenan de vergüenza. Está igual de sorprendido y sobresaltado que todos. 

Pero no puedo siquiera dar explicaciones; ¿acaso las hay?

Muy probablemente deba comenzar a contar cómo es que me metí en esto y por qué el número «450» acaba de terminar con lo que me quedaba de dignidad.

Bien. Esta mañana me levanté, desayuné un pan con mantequilla y mermelada de frambuesa, acaricié el lomo de mi perrita Garlic, llegué al colegio y me senté en la explanada como todos los alumnos de White Stone High.

Ahora, ¿por qué grité descontroladamente «450» y me gané a un chico? Pues acabo de cometer la gran estupidez de perder el control.

Los estudiantes de último año organizaron la tradicional subasta de alumnos con el propósito de ofrecer sus servicios como esclavos por dos semanas.
Y yo estoy absoluta y totalmente en contra de que hagan eso.

Tienen este torpe complejo de competir contra el viaje de graduación de los del año pasado. Cada generación busca ser mejor, ganar más dinero y conseguir un hotel más caro.

«Como si les importara a los otros, ellos ya están en la universidad y podría valerles menos que un pepino»

¿Saben qué les diría yo? «Vendan pasteles»

Porque vamos, es una inmunda tontería prestarse de esclavos. Como si la sociedad necesitara de una bola de humanos paseándose por la vida creyendo que comprar a las personas está bien visto. Porque eso es justamente lo que nos están inculcando con esta dinámica.

A mi parecer, con todo lo que está sucediendo en el mundo, la escuela debería ser un lugar libre de ideas retrógradas encargadas de borrar cada huella que ha dejado la humanidad.

¿Qué pensaría Abraham Lincoln de estos desequilibrados e irracionales alumnos dispuestos a ofrecerse ante un par de chicas mentalmente inestables, acabando así con lo que los grandes líderes de la paz han logrado?

¿Cómo es que nadie hace nada? El director ni siquiera está aquí presente pero bien que lo permite, lo cual me confirma la generosa cantidad de dinero que ha de recibir de este evento.

«El soborno» Ni me hagan empezar con la doble moral de...

—¡Beth! —chilla mi amiga en mi oído derecho—. ¿Qué carajos acabas de hacer?

¿Quién da más por Jake Harvey? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora