Capítulo 24

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Bethany

Me miro al espejo después de haber pasado más de dos horas tratando de convencerme de que me veo lo suficientemente bien.
La última vez que pasé el día con Jake mi nariz estaba demasiado roja, mi cabello completamente despeinado y mis ánimos por el suelo. Por lo tanto, esta vez quiero hacer un esfuerzo real por lucir mejor.
Para ello, dejo mi cabello suelto, agrego un poco de sombra café a mis ojos y elijo un bonito vestido blanco que hace juego con mis botines negros.

Para ser sincera, no sé muy bien qué estoy pensando, pues ni siquiera he decidido a dónde iremos y tan solo me quedan 10 minutos para hacerlo. Solo sé que debo atribuir el esfuerzo que puse en mi aspecto al lugar donde pasaremos la noche, ya que no me gustaría que pensara que lo hice específicamente para él. Fue para la situación.
Y tampoco quiero que piense que la situación fue armada con el propósito de que saliéramos en una cita. Lo ideal sería encontrar un lugar que exprese "Bethany tenía ganas de salir y tú podías acompañarla, aprovechando que estás aquí". 

Pronto suena el timbre y yo me sobresalto aunque supiera exactamente que sucedería. Arreglo los últimos detalles frente al espejo y respiro profundamente para calmar el dolor en mi estómago.

Sí, tengo tantos nervios que ya duelen.

En eso me aproximo a la puerta y encuentro a Jake del otro lado vistiendo mucho más casual que yo pero viéndose extremadamente bien.
Honestamente, me siento un poco avergonzada por el hecho de haberme arreglado tanto.
De hecho, mi amigo no logra ocultar su sorpresa al verme, lo cual honestamente alegra mi día por completo.

«Esa mirada»

—Beth, te ves demasiado bien —dice con una enorme sonrisa.

«Esas palabras»  

En realidad no sé qué decir. Por lo tanto, tan solo me encojo de hombros restándole importancia al asunto, pero también sonrío para agradecerle.

—Solo voy a recoger algo y listo —digo mientras dejo las llaves en la mesa de la sala y lo invito a pasar por un momento en lo que estoy lista.

Como mi estómago sigue doliendo, decido tomar unas pastillas para calmarlo un poco.
Sin embargo, en ese momento me pregunto qué pasaría si también comenzara a dolerme la cabeza durante nuestra salida. Definitivamente no planeo dejar que nada arruine esta noche.
Por lo tanto, solo por precaución, tomo un paquete de ibuprofeno y lo meto a mi bolsa.
En tan solo unos minutos comienzo a repasar lo que podría prevenir en caso de que sucediera. «Dolor de cabeza, dolor de estómago, un nuevo resfriado repentino...»
Es entonces cuando recuerdo que probablemente debería llevar una pequeña botella de agua en caso de que el dolor de cabeza comience cuando estemos en el coche y no haya ningún líquido al alcance. Por lo tanto, tomo un pequeño envase y comienzo a llenarlo con agua del filtro.

—Beth, ¿qué haces? —pregunta Jake acercándose a la cocina.

Sin voltear a verlo simplemente sonrío.

—Tomo precauciones —explico cerrando la botella antes de agarrar una servilleta para secar el agua que se escurrió a su alrededor.

—¿Debería tomar precauciones? —pregunta frunciendo el ceño, con la mirada fija en mi botella de agua—. ¿Vamos al desierto?

—Solo me gusta salir preparada, ¿sí? —contesto metiendo el envase en mi bolsa. Como supondrán, ésta es demasiado grande, pero sin duda trae lo necesario. Yo soy esa persona con la que quisieran quedarse varados en una isla, siempre cargo de todo.

En menos de diez minutos estoy completamente lista para nuestra cita secreta, misma de la que yo soy plenamente consciente pero él no puede enterarse.
Y aunque todavía no sé muy bien cómo funcionará eso, ya he descifrado a dónde iremos. O por lo menos el tipo de lugar que será.
No puedo seguir ateniéndome a refugios de animales si quiero llegar a algo con este chico, y eso lo tengo muy claro.

Afuera de mi departamento hay una pequeña terraza donde están las escaleras y aprovecho este momento para observar las luces de la calle y respirar el aire frío de la noche.
Si hay algo que me encanta es justo este pasillo, pues es el lugar exacto donde se intersectan la seguridad de mi hogar y la posibilidad de conocer el mundo.
Combinado con la noche, podría ser uno de mis lugares y momentos favoritos.

Mientras cierro la puerta alcanzo a percibir el olor a cigarro proveniente de la terraza de mi vecino y escucho a varios niños gritando en el departamento de junto. Además, como el complejo es bastante grande, hay personas entrando y saliendo todo el día.

—Entonces... ¿A dónde iremos hoy? —pregunta Jake recargándose en el barandal mientras alza la cabeza tiernamente para mirarme con curiosidad.

«¿Cómo lo explico sin que parezca una cita?»

—No lo sé —digo para ganar tiempo. Sin embargo, cuando comienza a mirarme con una graciosa desesperación, entiendo que debo hacerle saber que sí tengo un plan—. Estaba pensando que podríamos ir a tomar algo.

«Casual»
¿Es así como se es casual, o lo estoy haciendo muy mal?

—¿A dónde quieres ir a tomar algo? —pregunta con expectación, todavía recargado donde estaba. ¿Por qué se ve tan bien en esa posición? Parece como si todas sus preocupaciones se fueran y simplemente estuviera viviendo el momento en espera de lo que traiga la vida.

—Ya sabes... —contesto, de nuevo un poco nerviosa y agitada—. Un bar o algo así. 

Por alguna razón, me cuesta bastante decir esas últimas palabras y lo hago con una voz endeble y temblorosa.
Gracias a aquella inseguridad que acabo de mostrar, Jake sonríe ligeramente, gesto que comienza a acelerarme todavía más.
Ambos sabemos que no soy el tipo de chica que sugiere ir a un bar.
Ya está, seguro piensa que quiero tener una cita con él. Ya sabe que me gusta y todo va a ser demasiado incómodo. Ya sabe por qué entré a la subasta. Ya sabe que desde los cuatro años...

—Me gustaría ir a conocer chicos —suelto sin planearlo, tan solo para calmar los pensamientos que comenzaban a llegar a mi mente. Lo suelto como agua desbordando de una cascada, como si esa fuera su naturaleza. Porque esa es mi naturaleza: arruinar todo por completo.

—¿Conocer...? —pregunta arrugando las cejas pero manteniendo su sonrisa.

—Sí —asiento sin encontrar la manera de dar marcha atrás—. Llevo meses pidiéndole a Zelda que me acompañe pero no quiere, así que pensé que tú podrías ayudarme.

¿Por qué esas palabras salen tan naturales? ¿Por qué cuando miento de esa manera no me tiembla la voz? ¿Por qué estas palabras no las sobreanalizo como absolutamente todas las que digo?
Pronto comienzo a sentirme tan mal que pienso seriamente en regresar a mi casa y encerrarme hasta el lunes.
Sin embargo, Jake ya no cree que esto es una cita, lo cual extrañamente me tranquiliza. Siento que de algún modo me he quitado un peso de encima que antes me evitaba respirar con tranquilidad.

—Wow —dice llevando las manos a su cadera y soltando un suspiro. No lo puede creer y yo tampoco. ¿Qué acabo de hacer?—. De acuerdo —dice cerrando los ojos para después sonreír—. Vamos.

Estoy segura de que le causa gracia mi petición, pero sinceramente ya me cansé de pensar y de estar aquí parada con infinitas posibilidades de seguir arruinando las cosas.
De igual manera, los niños del edificio de junto siguen gritando y es eso lo que me hace reaccionar.

Por lo tanto, interrumpo todos mis pensamientos para apresurarme y comenzar a bajar las escaleras.

Son cuatro pisos hasta que llegamos al pequeño jardín donde estacionó su auto. Acto seguido, entramos al carro y me ajusto el cinturón de seguridad.
Él propone un bar cerca de aquí y yo me atengo a asentir para no decir ni una palabra más.

¿Cómo pude haber previsto que acabaría saliendo con Jake mientras  él piensa que me ayudará a salir con otros chicos?

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Solo voy a decirles que el siguiente será un capítulo interesante jajajaja.

—💎

¿Quién da más por Jake Harvey? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora