Cove
La semana ha ido mejor de lo que yo pensaba. Honestamente, todos mis compañeros han resultado ser de lo más amables y ya me he hecho de unos cuantos amigos.
Entre la tercera y la cuarta clase del día, quedo de verme con la primera persona que me mostró calidez y recibimiento en esta escuela. Además, parece ser la chica con quien más cosas en común tengo ahora que me he metido en este rollo de comprar hombres.
Por lo menos tenemos algo de qué hablar.—¿Qué tal nuestro esclavo? —pregunto a Zelda durante nuestra sesión de tutoría.
Nos hemos sentado en la sala de estudio colectivo justo a un lado de la biblioteca.
—Honestamente —dice mientras acomoda sus lentes sobre el puente de la nariz— bastante útil.
Por supuesto que afirmo en señal de comprensión.
—¿Verdad que sí? —sonrío sin poder evitar sonrojarme al recordar aquel día en la oficina de mi mamá—. No pensé que en verdad estuviera dispuesto a trabajar.
—¿Trabajar? ¿Qué lo has puesto a hacer? —dice riendo un poco.
—No mucho. —Me encojo de hombros—. Algunas cajas... Cosas de la mudanza.
Los grandes ojos de mi amiga se vuelven más expresivos por la sorpresa. Parece que le hubiera dado una gran idea.
—Eso de verdad suena útil —afirma y abre un poco la boca—. Debería intentarlo.
Entonces lleva un mechón de su cabello por detrás de su oreja y sonríe mientras apunta algo en su cuaderno.
No sé si sea su delgado cabello negro o las pequeñas pecas de su nariz, pero Zelda me da mucha ternura. Me inspira demasiada confianza.—¿Y tú? ¿Qué han hecho? —pregunto obligándola a despegar la vista de la mesa.
—Tareas —dice en automático mirándome a los ojos. Después lleva la vista al cuaderno nuevamente y comienza a dar pequeños golpecitos con la pluma—. Lo normal.
—¿Sabe hacer tareas? —cuestiono pensando en lo interesante que sería dejar en sus manos mi ensayo de historia. Si mi tutora ha recurrido a él debe ser por algo.
Pronto se aclara la garganta y vuelve a mirarme con ligereza.
—Claro —dice soltando mucho aire y una sonrisa—. Es lo único que hacemos toda la tarde. Ya sabes, los días que le toca estar conmigo.
—¿Has pensado qué harán en tu fin de semana? —pregunto añorando el mío propio, cuyos derechos cedí a Lena.
—¿Mi qué? —Arruga mucho las cejas mientras me observa directamente.
—Todas tienen un fin de semana, esos por los que Lena ha peleado tanto.
No sé si la tomó por sorpresa o simplemente no ha planeado el suyo, pero sin duda noto el silencio en el que permanece mientras observa su cuaderno.
—Haremos tarea —dice restándole importancia.
Sin completa intención comienzo a tragar saliva e inclinarme un poco en su dirección.
«¿Debería hacerlo?»Estoy a punto de abrir la boca para sugerirle un pequeño trueque cuando nuestros teléfonos suenan al mismo tiempo.
Supongo que eso significa que no sería ético ni conveniente pedirle su fin de semana. No puedo hacerlo con tanta facilidad como Lena.Cuando revisamos los mensajes, descubrimos que es Bethany al otro lado del teléfono.
Marty quiere vernos.
Salón de usos múltiples en 20.
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¿Quién da más por Jake Harvey? ©
Teen FictionLa subasta comienza... ¡AHORA! En White Stone High los estudiantes de último año están dispuestos a todo con tal de juntar dinero para el mejor viaje de graduación que la recaudación de fondos les permita tener. Por suerte para ellos, en el coleg...