Capítulo 14

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El sonido del golpe se escuchó amplificado en el silencio del pasillo y el casillero de seguro quedaría abollado, a Stefan no podía importarle menos.

"Qué mierda fue lo que me diste Bernardo". El otro era ligeramente más alto, pero Stefan lo tenía estampado contra los casilleros del tercer piso, con el antebrazo izquierdo haciendo presión en su garganta y la rodilla peligrosamente encajada justo debajo de su entrepierna, impidiéndole escapar. Era uno de los primeros movimientos de ataque que Marco le había enseñado y le resultaba muy útil. Bernardo miró a los costados buscando ayuda, pero era la hora del almuerzo y no había nadie allí.

"¡Cálmate Bro! Sólo te di lo que pediste. Supresores, los mismos que les doy a todos los que los piden. ¡No miento!"

"¿Ah sí? y si son los mismos entonces ¿Por qué demonios Gina, Mateo, Nuria, Yoshi y todos los demás que los toman no están muriéndose en la enfermería pero mi hermano si?". Lo que empezó como un susurro fiero al oído de Bernardo, terminó en un grito que lo hizo encogerse para el final de la pregunta.

"N... no... no lo sé Bro, nunca había pasado te lo juro. ¡Mírate! Tú también las tomaste ¿No? Y estás bien". Stefan lo miró furioso, el otro decía la verdad pero él necesitaba desquitar la rabia que sentía. Dos meses atrás le había preguntado a Bernardo cuánto pedía por dos raciones de supresores. El otro le dio el precio y le dijo que al ser para dos le salía más barato si compraba la cantidad necesaria para lo que restaba del año. De cualquier manera Stefan no tenía reunido todo el dinero (pensó en pedirselo a Iris pero descartó la idea de inmediato por no querer tener que dar explicaciones y escuchar el sermón de la chica), así que se ofreció para cuanta pelea hubo para juntar lo necesario. Su confianza en poder ganar no le falló, gracias a su disciplina con el entrenamiento estaba convirtiéndose rápidamente en uno de los mejores. Por lo que Bernardo le había entregado las pastillas la noche anterior, después de hacerlo esperar una semana desde que las pagara.

Durante el desayuno le pasó una de las pastillas a su hermano y le dijo que simplemente eran para reforzarles las defensas. Al ver que su hermano la tomaba sin problemas, Rian hizo lo mismo pese costarle un poco tragarla. Se despidieron y cada cual partió para su clase. Pero durante el periodo de Lenguaje, a eso de las diez de la mañana, uno de los conserjes entró al salón de Stefan indicando que se lo requería en la enfermería. Corrió tan rápido que no llegó ni a registrar como había llegado y sintió que se le helaba la sangre al encontrar a Rian sentado en una de las camillas, con la cara y los brazos enrojecidos e hinchados como un globo con agua y una mascarilla de oxígeno que no parecía estar ayudando mucho a los espasmos sibilantes de su hermano.

Fue un deja vú, pues sólo en ese momento recordó haber visto a Rian es ese mismo estado muchos años atrás. No tendrían más de cinco años, Jacob los había llevado a la piscina y Rian se había negado a salir a tiempo para evitar la hora de cerrar, por lo que prácticamente los hecharon y él seguía con el cabello mojado cuando llegaron a la casona. Cayó resfriado y Liliana le dio algún tipo de analgésico (en dosis adecuada para su edad) sin saber que el pequeño tenía una fuerte alergia a una amplia gama de medicamentos que esa noche lo mandó a la clínica del Doctor Lienfeld. A partir de entonces Rian evitaba enfermar a toda costa, pues hacerlo significaba curarse a plan de tés y hierbas que hacían el proceso mucho más largo y desagradable.

"Stefan, cariño, necesito tu ayuda para identificar qué es lo que le pasa a tu hermano. Como ves no puede hablar y los síntomas son evidentes de una alergia, pero no puedo contrarrestarlas si no sé exactamente alergia a qué". Stefan escuchó la pregunta de la enfermera pero no pudo responder de inmediato, trataba de lidiar con el terrible sentimiento de culpa que empezaba a devorarlo. Sintió cómo se le oprimía el pecho mientras veía con impotencia a su hermano tratar de respirar. ¿Cómo no había recordado algo tan importante? Liliana le había dicho que Rian era específicamente alérgico a los analgésicos y a los antipiréticos. Pero, ¿qué acaso los supresores eran algo de eso? No tenía sentido, sus funciones eran muy diferentes. Sólo había dos respuestas, o Bernardo le había dado todo menos supresores, o Rian era alérgico a eso también.

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