Capítulo 18

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La frase sonó a sentencia, a juego sórdido. La voz que la había pronunciado era tan sedosa como mortal, igual que el entorno en el que sus palabras tardaron unos segundos en desaparecer por efecto del eco. La diferencia era enorme y terriblemente intimidante. Stefan casi prefería la locura y el bullicio de los aficionados de las primarias antes que el silencio sepulcral que cayó sobre el recinto cuando su anfitrión terminó aquella frase incisiva y los aplausos murieron en todas esas manos enguantadas o llenas de joyas brillantes pertenecientes a sombras sin rostro. La formación reglamentaria que debían formar los finalistas para presentarse ante el público se deshizo y en el círculo quedó solo la primera pareja contingente.

Se apoyó contra uno de los pequeños pilares de piedra de uno de los cuatro accesos al círculo donde esperaba con los demás. La luz de las millares de velas generaba sombras de tal manera que parecía que alguien había pasado mucho tiempo analizando la mejor posición para ponerlas: el área de la pelea quedaba completamente iluminada mientras que los asistentes sentados en las graderías, evidentemente más elevadas, quedaban resguardados de sus propios vecinos a más de un metro en cualquier dirección. El chico nunca se había sentido tan inquieto, no por la pelea sino por el ambiente, tener a uno de los doberman a menos de cinco pasos definitívamente no ayudaba. Menos mal el animal estaba concentrando en lo que tenía delante y no detrás.

Al ser sólo ocho, habrían dos rondas y la pelea final. Al haber decidido que ganaría a cualquier costo, eso significaba que Stefan pelearía tres veces, realmente esperaba que en el sorteo su nombre no apareciera junto al de Domenic, el otro luchador de su internado, un Ártico más y lo suficientemente amigo cómo para que no le haga gracia tener que enfrentarse a él. Por el contrario si le haría gracia poder romperle más que la nariz a Ronald, el hipopótamo de su edad del internado Uno que "no había tenido la intención de ir tan lejos" un año antes cuando, durante la pelea número seis de Stefan, le tocó como contrincante y se ensañó con él de tal manera que casi le rompe la pierna. A Stefan no le sorprendió que en vez de sancionarlo, lo premiaran mandandolo como seleccionado a las rondas finales este año... como gozaría dejarlo de colcha para uno de esos perros, se había entrenado todo el año por si se le presentaba la oportunidad.

Entre los espectadores, Rian trataba de no brincar de su sitio con cada golpe asestado desde que empezara la primera pelea de la ronda. Ni bien el show había comenzado le resultó obvio que todo lo que podría haber supuesto sobre el evento se quedaba corto. Lo peor fue darse cuenta, después de unos segundos, de que aquí las reglas de "ni en la cara ni en ningún lugar visible" no eran válidas. Iba a llamar la atención de Ferrec para preguntarle al respecto, pero su mano se quedó a medio camino de llegar al hombro del profesor cuando el chico reparó en la expresión de su rostro. Era la imagen de la más pura satisfacción, los ojos ridículamente abiertos y la sonrisa tan grande que le estiraba los labios de manera desagradable. Rian sintió asco y miedo al notar como estaba disfrutando el hombre de la situación y miró a su alrededor preguntándose si debajo de todas esas máscaras habían expresiones similares. Vio a esos dos desconocidos dejarse la ropa en jirones y las caras como piñatas con un par de crujidos de por medio, claro aviso de huesos rotos que fueron recibido con murmullos de aprobación por parte del público.

"...todo valió la pena por ver como Iris le partía la madre a su oponente en la pelea final." Recordó las palabras de su hermano y el estado en el que Iris había regresado los años anteriores y se sorprendió de no haberlo notado ya en entonces. Estas peleas eran otra cosa, eran de verdad y ... prácticamente ganaba el que sobrevivía. Eso daba mucho sentido a todos los rumores sobre gente muerta y policías y otras autoridades como participantes activos de las apuestas con altas sumas invertidas, que él se había negado a tomar como más que exageraciones. Mientras pensaba en todo esto con miedo creciente la primera pelea ya había terminado y de repente la voz del presentador del evento (muchísimo más recatado y fino en su proceder que los comentaristas baratos de afuera) daba el nombre de Daniela del internado seis y el de su hermano. A Rian se le heló el alma.

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