Paz. Era todo lo que Stefan sintió durante un momento que bien podrían haber sido años. ¿Dónde estaba? No lo sabía, pero era acogedor y cálido, mucho. ¿Cómo había llegado? Tampoco lo sabía, pero se sentía inmensamente aliviado de estar allí. No quería moverse nunca más, pues algo le decía que cualquier lugar que no fuera ese, era peligroso y cruel. Era como estar en el vientre del universo, en el centro de la tierra, en el lugar más seguro y maravilloso posible. Era como si no tuviera un cuerpo, no sentía dolor ni más cansancio, tampoco podía recordar bien quién era, o qué estaba haciendo antes de despertar allí. Todo era blanco y lleno de luz. Allí nada ni nadie podía alcanzarlo, allí podía acurrucarse y quedarse por siempre. Era todo lo que quería.
De repente sintió que algo se agitaba en algún punto del algodonado capullo en el que se encontraba. No fue algo concreto, pero él lo sintió con fuerza dada la absoluta quietud en la que estaba. Si le hubieran pedido que lo compare con algo, habría dicho que probablemente eso era lo que sentía una araña, parada al medio de su tela esperando a que una presa caiga y provoque la más leve vibración de aviso. Ya no estaba solo, algo o alguien había irrumpido en su santuario. La luz se volvió opaca y la blancura que lo rodeaba se volvió gris. De golpe era como estar en el ojo de un huracán, con todo tipo de sonidos e imágenes borrosas girando a una velocidad vertiginosa a su alrededor. Toda esa sensación de seguridad desapareció, la preciosa paz que sentía se hizo trizas y volvió a sentir el peso y la presencia de su cuerpo.
"No... basta... por favor... basta..." cerró los ojos con fuerza y los cubrió con sus manos mientras intentaba controlar el inminente ataque de pánico que se apoderaba de él. No pudo. Sintió como si el mar desatara su furia dentro suyo y su cuerpo sacudirse con un llanto incontrolable, a la par que lágrimas que le quemaban como lenguas de fuego comenzaron a correr por sus mejillas.
El silencio a su alrededor pasó de ser un consuelo a un ruido atronador e insoportable, por lo que tardó un rato en percibir que algo había empezado a sonar. Alguien hablaba de manera desesperada pero imperiosa. Era una voz masculina y sintió que la reconocía, al igual que lo que decía. Pero no podía ser pués hablaba en otra lengua. Sin embargo entendía claramente las palabras que parecían dirigidas a él. "Sek reac... ¡Sek!" ¿Quién era Sek? ¿Por qué sentía que le hablaban a él?
"¡Reacciona! ¿Qué ...nes? ¡No! No hagas esto. Sek, reacciona ¡Ya!"
Era una orden, una que no podía ignorar. "¡Waya!" Se escuchó a sí mismo gritar y abrió los ojos de golpe para descubrir que frente a él tenía unos ojos azul hielo que le quitaron el aire de golpe. Pero no tuvo tiempo de nada antes de sentir que todo temblaba y se volvía negro. En medio de esa oscuridad absoluta, creyó que iba a entrar en calma nuevamente, pero en vez de eso escuchó un grito lejano y sintió que todo se desgarraba con más fuerza que la que provoca el toque de un desfibrilador. De repente recobró esa especie de conciencia tan extraña de hace un momento pero, de alguna forma todo había cambiado. Nuevamente alguien lo llamaba y ahora también reconoció la voz y las palabras, pero una vez más no logró darles un rostro ni un nombre. "...e dejes! Fan... ¡Por favor!" ¿Fan? ¿Dónde había escuchado eso? La desesperación seguía presente, pero la fuerza de la otra voz se había convertido en súplica en este llamado. ¿Por qué la voz lloraba?
Entonces fue como despertar de una pesadilla: de golpe, asustado y con la cabeza dando vueltas a mil por hora. El aire volvió a sus pulmones como una corriente gélida y casi dolorosa. Sintió las mejillas cálidas y el hueco de su clavícula izquierda húmedo, eso lo desconcertó. Alguien respiraba con dificultad muy cerca suyo y por fin pudo abrir los ojos. Pestañeó varias veces tratando de adaptarse a la luz amarilla de la lámpara de mesa de la que tardó en reconocer como su habitación. "¿Ra?" Cuando logró enfocar la vista se encontró con un par de ojos de color dispar que lo miraban con un mar de emociones desbordándose por sus mejillas.
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Protegiéndote
WerewolfUna cadena de protección más fuerte que cualquier prueba es lo que les enseñará a Mike, Alexandr, Stefan y Rian que lo que debe ser será aún más alla de tiempo y espacio y que a veces la vida te da una familia donde menos lo esperabas. Esta historia...