Capítulo 25

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Casi dos semanas después de que se desatara el escándalo mediático sobre la fuga del internado número tres, el Teniente Ivanov se felicitó a sí mismo por ser un hombre precavido. Desde el principio las cosas no habían salido exactamente de acuerdo a su plan A, por lo que ahora que la Corte Nacional había tomado la decisión de abrir oficialmente el juicio contra el huérfano asesino e Ivanov no podía más que sentirse aliviado de tener planes hasta la Z si era necesario.

El hombre empezó a recapitular todo desde el principio mientras tomaba un vaso de Brandy en la sala de su casa. Cerbero y Morrigan dormían a sus pies, rara vez se separaba por mucho tiempo de sus preciados Doberman. Para ser honesto, la lista de cosas que habían salido mal era larga.

Para empezar el haber matado a Zhang amenazaba con pasarle factura. No se arrepentía de haberle roto el pescuezo a esa gallina frígida en lo más mínimo pero las consecuencias podían volarlo como campo minado si no se iba con cuidado. Al tener a sus hombres como responsables de la muerte de tres menores de edad, se había visto obligado a reconstruir la "escena del crimen" de los dos adultos involucrados en uno de los patios del internado. Aunque los cadáveres de dichos menores no resultaba un problema (los desaparecía y dejaba que todos crean que también se habían fugado para nunca más ser encontrados) Era un hecho que Zhang y Brown no podían desaparecer también, ni podía dejar sus cadáveres tirados en medio del pastizal donde sus muertes no tendrían explicación lógica sin involucrar a sus hombres sino que los peritos podían dar fácilmente con todo el rastro de la masacre que la estúpida mujer desató.

Mandó a un grupo de sus hombres de vuelta a la comandancia a encerrar a todas sus demás presas Omega y él regresó al internado con los demás a encontrarse con el escuadrón que había entrado al laberinto. Uno de ellos tenía la orden de esperarlos con las rejas abiertas para así poder entrar en silencio, ya todo el internado había vuelto a dormir y no le interesaba que nadie viera la puesta en escena de su obra teatral. La verdad, si de él hubiera dependido, dejaba que acusen a los babosos que tenía por subordinados pero había demasiado en juego. No le quedaba más que armar todo ese drama para salvarles el trasero y cubrirse la espalda.

Apresaron a Ferrec para llevarlo a interrogar sobre el asunto de la guarida, pero Ivanov dio estricta orden de no mencionar nada de los túneles, eso sólo complicaría las cosas. Dio la orden de limpiar los cuerpos de Brown y Zhang (hasta le cambiaron el pantalón al profesor para no tener que explicar los girones de tela que había dejado el agarre de Cerbero y ya muerto la herida de sus fauces podía pasar por reciente pero no inmediata) y luego acomodarlos igual que los habían encontrado en el pastizal sobre el patio de cemento que estuviera más cerca de los límites del internado, osea lo mas alejado posible. Su hombres tuvieron que ser muy creativos, pues el lugar debía ser de cemento para no tener que emular un montón de huellas inexistentes sobre la tierra... pero eso implicaba tener que reproducir los rastros de sangre producidos por los dos disparos a Brown y por el golpe que se había dado ella. Abrieron un hueco en el muro del fondo justo detrás de un pequeño arbusto para hacer creíble que los chicos escaparan por allí. Cuando todo estuvo listo Ivanov esperó a que fueran las seis en punto de la madrugada y dio dos disparos al aire en persona, con una pistola igual a la que disparara Zhang pues era obvio que no solo necesitaban el sonido para la farsa sino los casquillos. Dentro de todo Ivanov sabía que tendría que meterle mucha mano al asunto y comprar a mucha gente... el show era bastante ridículo pero, si con eso lograba quitarse de encima al menos a las entidades directamente relacionadas al internado, valdría la pena.

Los disparos volvieron a poner a todos de pie, de todos modos nadie había podido volver a dormir tranquilo después del brutal avasallamiento sufrido unas horas antes. El llamó a la policía en persona... pero no contó con que el director del internado fuera tan idiota como para llamar a la prensa ni bien vio los cuerpos de sus colegas. Ivanov tenía ganas de descargar una bala contra el cobarde que se había encerrado en su habitación horas antes lavándose las manos de cuanto el Teniente decidiera hacer con sus internos. Pero en vez de dejarse tentar por la idea de matar a Garmendia, procedió a amenazarlo con quitarlo de su puesto y hacer que lo incriminaran de todo lo que había pasado si contradecía en lo más mínimo las declaraciones que él haría. Uso palabras dulces y risitas fingidas, dejando que el cerebro subdesarrollado del hombre creyera que quien le hablaba era un amigo y que lo que le decía era por su propio bienestar y conveniencia.

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