Capítulo 27 (Parte 1)

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Rian envolvió el pan en una de las pocas poleras que aún tenían y lo guardó cuidadosamente en la única mochila que le quedaba. Ahora solo se comería la naranja y guardaría el pan para la noche... quizá hasta eso lograría convencer a su hermano de comer algo también. Sabía que el cuento de "yo me comí otra en lo que venía para acá" no era cierto. Hace casi tres días que Stefan vivía a plan de cigarrillos para darle a su hermano lo poco que lograba robar.

Para ser franco, hace rato que había perdido lo noción clara de los días. A veces se guiaba a base de recontar los lugares donde habían dormido, pero los últimos días los había contado en base a los cigarrillos que Stefan se fumaba. Uno en la mañana, otro en la noche... y ya. Rian tenía la impresión de que de haber estado menos débil hubiera regañado a su hermano como nunca antes por estar viviendo a plan de... humo. Sabía porqué lo hacía, sabía que Stefan no quería volver a correr el riesgo de verlo enfermo nunca más, no después del incidente de la intoxicación hace un año y más. Y por eso le daba todo a él, la poca comida, el agua, la chamarra, la manta...

Habían llegado al pueblo esa mañana. Según el mapa era el último sitio habitado antes de adentrarse en el bosque para encontrar el clan. Ni siquiera sabían muy bien qué era un clan o qué era lo que buscaban a parte de las notas en el mapa que indicaba un enorme portón de madera en algún sitio de algún claro en dicho bosque "Genial". Fue todo lo que Stefan logró pensar cuando se dio cuenta de que entrarían a un bosque buscando la casita de dulces de la bruja.

Estaban agotados, habían pasado semanas y conseguir comida y albergue se había hecho cada vez más difícil al igual que pasar desapercibidos. (Era más que evidente que hace días sus ropas y sus cuerpos no conocían la gracia de estar realmente limpios). Rian sugirió que quizá en el bosque encontrarían que comer, pero Stefan no quería confiarse. Además quería atravesarlo lo más rápido posible, después de todo un bosque es un bosque y no le agradaba nada la idea de encontrarse con sus habitantes más fieros. Por tanto decidió que se quedarían en los alrededores del pueblo al menos un par de días en lo que lograba "conseguir" algunas provisiones antes de seguir su camino.

Ese día sin embargo, tuvieron buena suerte (Stefan no pudo evitar pensar que fue gracias a la cara de ángel que se gastaba su hermanito) cuando esa tarde al estar bordeando las casas más alejadas, les salió al paso una mujer mayor que les ofreció dónde dormir. Aparentemente la mujer tenía la costumbre de albergar viajeros a cambio de uno que otro trabajo en la casa y evidentemente aceptaron tratando de no parecer indigentes.

Rian se alegró lo indecible cuando la mujer puso un par de platos de caldo casero de pollo frente a ellos. "Sé que estos días hace mucho calor pero nada es más eficiente para revivir el ánimo que un buen caldo. Coman muchachos". Rian le sonrió con toda sinceridad y giró a mirar a su hermano. De inmediato se dio cuenta de lo que su hermano estaba por hacer y lo interceptó.

"Come".

"Pero..."

"Come Stefan, hay para ambos y hace días que no comes". El tono autoritario y la mirada firme de Rian sorprendieron al otro, quien acabó por asentir y empezar a comer. No recordaba haber comido algo mejor en su vida. Pero tuvo que ir con calma, tantos días de darle a su organismo nada más que agua y nicotina estaban demostrando ser un problema para volver a comer algo sólido.

El "albergue" era pequeño pero había cinco camas. Para alivio de ambos esos días no había nadie más hospedado por lo que Stefan confiaba en que podrían descansar. Estaba parado frente a la ventana mirando hacia el bosque cuando escuchó algo que no había escuchado en varios años.

"¿Hermano?" No era la palabra, sino el tono lo que hicieron que el chico se girara más que de inmediato hacía Rian.

"¿Puedes venir a dormir?"

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