Capítulo 29

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Stefan abrió los ojos e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Sentía que le había pasado un tractor encima y el penetrante olor a... lo que fuera que olía lo hizo sentirse mareado. Mirar arriba no sirvió de mucho pues de no haber estado sintiendo todo el cuerpo adolorido hubiese creído en la idea que se le formara en la cabeza horas antes mientras caminaba tras una antorcha mágica e imperecedera aún bajo la lluvia, de que estaba efectivamente muerto. Todo lo que podía ver era el firmamento, no... el universo. Galaxias, nebulosas y constelaciones por toda partes sobre su cabeza... ¿Qué? Lo que lo confundió fue el fuerte ruido proveniente de algún lugar que era la inconfundible prueba de que se caía el cielo... pero ¿Dónde? En el universo no llueve, no agua... "Bueno, quizá cuando uno se muere puede hacer que pase lo que sea..." Un trueno hizo retumbar todo a su alrededor. "Ok no, no estoy muerto".

No entendía lo que pasaba y no lograba recordar nada con claridad. Eso lo puso ansioso. Trató de incorporarse pero una fuerte presión en el pecho volvió a tumbarlo. Aturdido volvió a intentar pero el resultado fue el mismo. Al tercer intento el empujón vino acompañado de una voz.

"Con un diablo muchacho, ¿quieres quedarte quieto? Volverás a abrirte las heridas".

Stefan se quedó quieto y cerró los ojos, su cerebro registró reconocer esa voz de algún lado y eso lo calmó un poco. Volvió a abrirlos de golpe, una sola palabra en su cabeza. Pero antes de que pudiera pronunciar el nombre de su hermano la voz habló de nuevo.

"Tu hermano esta justo detras de tí, cálmate".

El chico estiró el cuello levemente hacia atrás y se encontró con que era cierto. Rian estaba sentado con la piernas cruzadas justo donde debería estar el respaldar de cualquier cama normal. Entonces Stefan se dio cuenta de que no estaba echado en una cama normal, sino en el suelo... o casi. Su hermano le sonrió y le puso una mano sobre la frente quitando su cabello del camino. Pero era evidente que estaba inquieto, no dejaba de lanzar miradas aprehensivas hacia el costado derecho de su hermano donde este suponía que estaba el dueño de la voz a quien aún no le había visto el rostro.

"Hey Ra. ¿Qué pasó? ¿Dónde estamos?"

"Te desmayaste hermano".

"Colapsaste mejor dicho. Inanición, inicios de hipotermia, agotamiento y dos heridas abiertas y sangrantes te tumbaron con fiebre por casi veinticuatro horas chico". El dueño de la voz apareció de pronto arrodillado al lado de su cabeza y por fin quedó en su rango de visión. Stefan no lo reconoció.

El hombre tenía los rasgos de edad indefinible pese al cabello y la barba grises. El primero era lacio y estaba cortado en una especie de degradado taper hacia la derecha, en fuerte contraste con la tupida barba bastante rizada que le tapaba todo el cuello. Tenía el rostro alargado y su nariz le hacía juego. Una cejas finas enmarcaban bien unos ojos afilados y profundos color gris con mucho potencial para intimidar. El tipo no era corpulento pero si macizo, evidentemente se mantenía en muy buen estado físico. Estaba usando una polera negra descolorida de manga corta y con el logo de alguna banda de Metal y tenía las muñecas cubiertas con manillas de cuero e hilos de colores. Pero lo que retuvo la mirada de Stefan por más tiempo del permitido por las buenas costumbres fueron sus brazos. Tatuajes de símbolos y figuras extrañas los cubrían por completo desde el dorso de sus manos hasta el borde de sus mangas y probablemente más allá.

"Tu tienes tres aretes en la oreja izquierda a falta de uno, mejor no digas nada y bébete esto". Era evidente que el hombre se había dado cuenta de que Stefan se le había quedado mirando mientras lo ayudaba a incorporarse un poco, así que prefirió tomar la taza de madera que le extendía. Se tomó el contenido caliente sin chistar y de inmediato dejó de sentirse mareado. No sabía qué era pero aunque el sabor era muy agradable, tenía cosas más urgente que preguntar que sobre el contenido de la taza.

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