Capítulo 16:

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Editado ✔️

Melissa Holland en multimedia.

Capitulo 16:

-Vale, respira profundo. – quite las manos del volante y las pase por mis piernas intentando que dejaran de sudar de alguna manera milagrosa. – Solo es una cena, nada más. –sí, una cena donde estarán los padres del chico que te gusta y sus hermanos. Nada del otro mundo. – Basta tienes que mantener la calma, Alyssa Palvin. – abrí la puerta del auto y el frio del atardecer me golpeo repentinamente. Cruce la calle escuchando mis tacones resonar en el asfalto a medida que me acercaba a la casa. Al llegar a las escaleras de entrada, mi pie se doblo de una manera sobrenatural causando que un grito se escapara de mis labios. – Maldita sea, debí haber venido con mis benditas zapatillas. – recuperando el equilibrio, acerque mi mano al timbre y puse la sonrisa mas falsa que pude aunque mis ojos lagrimosos seguramente me delatarían en cuanto me vieran.

¿Por qué nada me podía salir bien?

Los pasos del otro lado de la puerta hicieron que los bellos de mis brazos se erizaran hasta que vi la esbelta figura de Eli, quien sonrió levemente al verme.

-Sabía que eras tú.

-¿Por qué lo dices?

-Tu grito se escucho desde la cocina. – genial. Mis mejillas ardían a más no poder. – Pero tranquila, nadie más lo ha escuchado. – me miro con detalle. –Adelante. – se hizo a un lado y me dio el espacio suficiente para entrar. –Mi madre se pondrá feliz al verte. Nunca la había visto tan interesada en este tipo de cenas o en alguien. – arrugo la frente y luego se encogió de hombros. -¿Quieres algo para beber? ¿Una copa de Dom Pérignon?

-¿Don qué? – Eli me miro como si tuviera dos cabezas y rodó los ojos.

-No es Don, es Dom. Y por ello, me refiero a Champagne.

-P-prefiero un vaso de jugo. – Eli volvió a mirarme extraño y se alejo caminando aturdida mientras murmuraba:

-¿Quién demonios se niega a beber Champagne de 49 mil dólares?

Finalmente quede sola en medio de la gigantesca sala, rodeada de figuras y cuadros que se notaban bastante costosos.

Dios mío, hasta el piso se notaba costoso.

No había fotografías familiares, ni nada por el estilo. Era extraño, digo, eran una familia grande y que no tuvieran algún cuadro donde salieran todos juntos, simplemente me hacía pensar que tal vez no existía ese toque hogareño. No conocía a la señora Holland para poder decir que ella no era como una típica madre, pero podría arriesgarme y decir que no tenía una muy buena relación con sus hijos.

Dejando aquellos pensamientos de lado, comencé a recorrer el lugar mirando cada detalle que tenían las pinturas y las esculturas, hasta que escuche unos pasos bajando la escalera con lentitud. Fue entonces cuando pude ver en completo detalle a un Justin totalmente diferente. Seguramente jamás podría volver a verlo de esa misma manera en toda mi vida. Tenía que tomar una fotografía.

Llevaba una camisa blanca completamente estirada, con el primer botón abierto dejando a la luz una fina y poco llamativa cadena de plata. Unos pantalones de tela negro se ajustaban a su cadera para finalmente dejar a la luz unos zapatos negros completamente limpios y relucientes.

Jesús bendito.

Su mirada estaba concentrada en su mano la cual abrochaba los botones de su camisa en las mangas, hasta que debido a un mal movimiento con mi maldito tobillo atrofiado, pase a mover la escultura a mi lado (la cual podía costar más que mi vida) haciendo que esta se moviera de manera brutal. Por suerte había reaccionado a tiempo y había detenido aquella catástrofe. Para cuando volví mi mirada hacia Justin, el se encontraba bajando el último escalón mirándome completamente confundido.

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