Capítulo 28:

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Capítulo 28:

Jeremy

La puerta de madera podrida se abrió repentinamente, haciendo un sonido completamente molesto producto a las bisagras oxidadas.

El chico que había entrado, me tendió un teléfono antiguo.

-Es su esposa, jefe. – blanquee los ojos y apreté los puños sobre la mesa. El chico vio aquel gesto y trago en seco. – Si quiere puedo decirle que está ocupado...

-No, dame eso.  – le quite el teléfono y luego le hice un ademan para que abandonara la habitación. Después de que la puerta fuera cerrada, lleve el teléfono a mi oído. - ¿Qué quieres?

- ¿Cómo que <<que quiero>>, Jeremy? Teníamos un trato. -espeto del otro lado, susurrando, como si temiera ser descubierta por alguien.

- ¿Trato?

-No me vengas con eso ahora, Jeremy. Hice lo que me pediste. Te hice parecer un santo en todo momento, te he encubierto tal y como me has pedido, maldita sea. Ahora es tu turno de cumplir con lo que acordamos.

- ¿Qué fue lo que acordamos exactamente, amore mio?

- ¡Deja de jugar conmigo, Jeremy, te lo advierto! – perdió la paciencia. – Dijiste que me sacarías de aquí. No lo soporto más. Me volveré loca si sigo un minuto más en esta pocilga.

-La salud mental es primordial, cariño.

- ¡Me vale una mierda la salud mental! Quiero irme. ¡Ahora!

-Me temo, mi querida Melissa, que eso no podrá pasar. – me recosté sobre la silla de cuero y me giré para ver el vaivén de los árboles a través de la ventana.

- ¿Qué?

-No puedo sacarte de ese lugar. No ahora por lo menos. – respondí, mientras aplastaba una pequeña hormiga que caminaba por el borde de mi improvisado escritorio.

- ¿Por qué? Hice lo que me pediste Jeremy, no puedes hacerme esto... – podría asegurar que estaba intentando contener el llanto.

- ¿Recuerdas nuestros votos matrimoniales? En la salud y en la enfermedad, ¿lo recuerdas, ¿verdad? – ella solo guardo silencio. -  Pues estoy velando por su salud, mon amour. Tu salud me importa. - reí despacio.

-No...-murmuro. – Jeremy, por favor...

-Hasta entonces Melissa, puedes empezar a adaptarte a ese lugar, porque vas a pasar un buen tiempo ahí. – declare mi decisión, dejando a un lado las bromas.

-Escaparé Jeremy, tenlo por seguro. – el veneno era perceptible en su tono de voz.

-Si lo haces, te encontrare Melissa, y te juro por Dios, que no dudare en matarte. -un grito ahogado se escuchó del otro lado. – Considéralo como unas vacaciones, mi cielo. Descansaras de todo lo que se viene.

-Eres...-sollozo. -Eres una mierda, Jeremy. – rodé los ojos. - Eres una basura, un demonio. ¡Eres el mismísimo diablo! – grito. – He hecho todo lo que me pides, siempre te consiento en todo, jamás te he fallado... ¿Por qué simplemente no puedes hacer lo mismo por mí? ¿Qué he hecho para que me odies de esa forma?

-No exageres, Melissa. No tengo tiempo para esto.

-Debería haberle dicho a Justin toda la maldita verdad. Debería haberle dicho lo inhumano que eres. Estoy cansada de ti, Jeremy. ¡Cansada! ¿Me oyes? – golpe con mi puño el mesón frente a mí y me puse de pie, perdiendo por completo la paciencia con mi esposa. 

Mafiosos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora