Capítulo 20:

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Capitulo 20:

El diario descansaba sobre la mesita de café mientras yo lo miraba desde el sofá, encogida, como si hubiera leído el libro de terror más espantoso de mi vida. Aunque lo era. Realmente lo era.

Aun no podía procesar todo lo leído. Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza, como si todo finalmente calzara. Recordé la cena en casa de los Holland. La actitud de Jeremy. Dios mío, de solo pensar en ese hombre sentía nauseas. Había tenido una relación con mi madre y la había atormentado hasta su muerte. De solo pensar en todo lo que había pasado, de solo pensar en lo sola que se sentía y yo nunca pude notarlo, nunca pude ayudarla. Era una simple niña, maldita sea. Y Greg, si mi padre la hubiera escuchado, si el simplemente la hubiera protegido como tantas veces le prometió, quizás, solo quizás nada de esto habría pasado, quizás hoy sería feliz con mi madre. Ella abría estado viva.

Todo era culpa de ese asqueroso mundo en el que ellos se sentían tan poderosos y cómodos. Ese mundo egoísta, lleno de desgracia y sufrimiento. ¿Cómo podían pretender tener una vida normal, trabajando para gente que lo único que les importaba era su propio bienestar? Como Logan, alguien que siempre había esperado algo mucho más que la acogida de Greg, algo más como el cariño de un padre, pero que lamentablemente se había cruzado con él, con mi padre. Un niño pequeño que lo había seguido y finalmente había comenzado a trabajar para Greg, quien solo lo veía como un trabajador más  dentro de su mundo.

Se había empeñado toda su vida en hacer de la mía algo  imposible, molestándome hasta con el más mínimo detalle, quizás por celos ahora que lo pienso.

Mi teléfono volvió a vibrar a mi lado, ya por quinta vez pero lo ignore, tal y como había hecho con todo en la tarde. Eran las dos de la mañana y mis ojos estaban hinchados de tanto llorar y ojear las notas y ecografías del embarazo de mi madre. Estaba por ir a dormir cuando la puerta comenzó a sonar  de un repente.

Sabía quién era.

Justin estaba del otro lado, sudado y con su rostro tan pálido como el de un papel. Su cabello se pegaba en su frente y su pecho subía y bajaba con velocidad. Cuando estuve frente a él, rápidamente se lanzo a mí, apretándome con sus fuertes brazos tatuados.

-Dios mío nena, pensé que te había pasado algo. – miro mi rostro y comenzó a examinarlo con preocupación. –Te estuve llamando todo el puto día.

-Lo siento, estaba distraída.

-¿Distraída o simplemente no querías hablarme?  Mira, si estas molesta porque no te llame, tenía que trabajar.

-No es eso. – rodé los ojos.

-¿Has estado llorando?

-No ha sido nada grave, Justin. – entro finalmente al departamento y cerró la puerta tras de él.

-¿Qué te ha pasado? – su seño estaba fruncido y su mandíbula estaba tensa.

-Solo he leído un libro que me ha llegado muy a fondo. – me encogí de hombros intentando quitarle importancia.

-¿Segura? – no parecía muy convencido.

-Si, Justin, si. Ya basta, estas actuando como un paranoico. – me aparte de él y fui directo a la sala para esconder el diario y dejarlo en el cajón de mi habitación.

-Joder, que genio. – me siguió. - ¿No me has extrañado ni un poco en el día? – se lanzo sobre la cama, mientras me miraba de reojo. Su brazo estaba apoyado entre el respaldo de la cama y su cabeza, mientras que el otro descansaba sobre su estomago. – Porque yo sí que lo he hecho. No he parado de pensar en ti, y en lo que hicimos. – sonrió con picardía. Una leve sonrisa se planto en mis labios, pero desapareció al instante.

Mafiosos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora