seis

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El sol pegaba en mis ojos, ayer olvidé cerrar la gran ventana. Tomé mi celular, ayer me encargué de cambiar el fondo de pantalla. Miré la hora, eran las nueve  de la mañana, me volví a cobijar sin embargo ya no tuve más sueño.
Mi celular comenzó a sonar, enojado la tomé pensando que era una alarma pero me encontré con el nombre de Alonso en mi pantalla. Me paré rápidamente y contesté.

-Hola- mi voz estaba ronca.

-Bro- saludó Alón- ¿Cómo estás? No me avisaste que te ibas.

-No  no me hubieras dejado irme en mi motocicleta si te lo hubierá dicho - me senté en la cama

-Estando ebrio, no

-No me siento bien, le he llorado como no tienes una idea.

-¡Ay, hermano! en mal momento abriste los ojos.

-¡Cuatro malditos años, Alonso! ¡Cuatro! Todos me advertían y yo era un estupido perdonandole todo por amor.

-Ni que decirte, mejor se feliz ahora que ya no tienes una relación tóxica- negué con la cabeza aún sabiendo que no me podía veer- Te dejo hermano, saldré a correr. ¿Salimos al rato? Vamos a festejar que eres libre.

Hice una mueca de molestia, no tengo idea de como decirle que ya no viviré en la Ciudad.

-No... hay algo que no te he dicho Alonso.

-Pues dime, wey-

-Ya no viviré en la Ciudad de México, ahora vivo en Mazatlán. Estoy en Sinaloa y no es de vacaciones.

-¿¡QUÉ DIABLOS?!- me alejé el celular de la oreja.

Le comenté todo a Alonso, el no estaba de acuerdo de que hubiera sido así;  pero sabe que es la única forma de alejarnos de Fernando.
Después de una larga platica  apagué el celular, me lavé la cara y me vestí; tenía mucha hambre.
Salí de la habitación, encontrandome a mi madre y mi tía cocinando; me saludaron y sirvieron de comer. A los pocos minutos llegaron Karen y Alan, el último con una cara de muerto.

-¿Resaca?- le hablé a Alan.

Me hizó una seña de silencio- No delante de mi mamá.

Terminé de desayunar, lavé mi plato y me dirigí a  mi cuarto para lavar mis dientes.
Tomé de nuevo mi celular, ahora eran medio día, conecté mis audífonos y escuche música.

(...)

Aburrido me levanté de la cama, dejé mi celular que ahora marcaba las dos de la tarde; salí del cuarto encontrandome a mi familia en la sala mientras veían una película, despacio salí de la casa.
Fuí a el auto de mi mamá, no tenía la alarma; empezé a sacar mi motocicleta pero no logré no hacer ruido.
Cuándo estaba en el asfalto, subí en ella y arranqué lo más rápido posible, no conocía ningún lugar de aquí pero que más da.
Aún recuerdo como ir a el Malecón, y como no hay otro lugar a donde ir, conducí hacía aya.

Estacioné mi moto, bajé de ella y busqué la manera de entrar a la playa. Había una entrada, caminé hacía aya, la arena no me permitía caminar bien pero no me importó, giré a mi alrededor buscando en donde me podría sentar. A lo lejos vi un gran puente de madera solo, caminé hacía el; la gente me miraba extraño cuándo veían que traía tennis.

Cuándo llegué a el lugar, me senté a la orilla donde el mar chocaba con el puente. Empezé a mirar a toda la gente que estaba ahí, muchas familias y más parejas que turistas.

Fué inevitable no pensarme junto a Samantha en este lugar tan bello , ¿que hubiera pasado si ella fuera diferente? ¿si ella me hubiera amado? ¿si ella me hubiera dado el si?.
Pero eso solo se queda en "hubiera", con ella yo me veía feliz toda mi vida.

Entra en Mi Vida- Jos Canela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora