Somos iguales

1.7K 144 46
                                    

La oscuridad reinaba en el pueblo, siendo las calles únicamente iluminadas por las pocas farolas que había, el único sonido que se escuchaba era el que producían las gotas de llovía al chocar contra el pavimento, un niño de no más de 10 años, peli-negro y de hermosos ojos verdes, corría en dirrección a su "hogar", si es que así se lo puede llamar. Con recelo guardaba la manta entre sus brazos, no le importaba mojarse, pero lo que llevaba en sus brazos no podía mojarse, ya que podría enfermar.

《Tranquilo, ya falta poco》le susurró al bulto entre sus brazos.

Apresuró el paso hacia su hogar, no le importaba que sus botas se estuvieran llenando de agua y barro, lo importante era poner en un lugar seguro a esa matita de pumas que llevaba en sus brazos, había encontrado a la pequeña lechuza mientras volvía de la casa de un compañero. La pobre estaba inválida por su ala rota y al no poder volar se limitó a quedarse bajo un banco de una plaza, por la cual de casualidad pasaba el azabache, pasar por ahí era una excepción que no hacía mucho pues en ese parque no había personas de buen vivir.

Al ver a la indefensa ave en ese estado le recordó a él, años antes, cuando su padre lo había abandonado en ese parque a su suerte, había tenido la suerte de que una pareja pasase por allí y lo llevaran a un orfanato al ver que su padre no volvería. Nunca sufrió el abandono de su padre pues tenía la suerte de no recordarlo, más el vivir en esa casa que se supone era su hogar, ese eran un reto, había tenido la mala suerte de haber caído en una familia que se había separado unos meses después de que Keiji llegará a sus vidas.

Faltaba poco más de dos cuadras para llegar, soltó un suspiro pues dentro de unos minutos se nuevo amiguito estaría frente a un calefactor. Apuro más su paso y logró llegar a su casa, abrió la puerta y sin hacer mucho ruido entró a su habitación.

《Llegamos amiguito》anunció descubriendo al pequeño búho blanco con algunos rasgos negros y con grandes ojos negros.

《Pruuu》el ave ladeó la cabeza mirando al niño confundido.

《¿Tienes frío? Traeré un manta》deposito al búho en su cama y se dirigió a su armario en busca de una manta, con manta en mano regreso sobre sus pasos《eres lindo》comentó acariciando la cabecita del ave《dime ¿Tú tiene familia?》pregunto atrayendo la atención de esos grandes ojos.

《¿Pruu?》nuevamente ladeo la cabeza.

《Ya sabes una mamá y un papá... yo los tengo... o eso creo》murmuró suspirando.

《Pruu》eso pareció ser claro para el ave ya que desvió la mirada hacia otro punto de la habitación, era eso o porque la llamó la atención el cascabel que colgaba de la pared junto a un reno de juguete.

《Así que... tú también estas sólo ¿Eh?》retomó sus caricias sintiendo empatía por el ave.

Esa noche el pequeño Keiji se sintió acompañado por la pequeña ave que durmió a su lado, por primera vez en esa casa se sintió en compañía. Al día siguiente evitando ser visto por su tutora llevó a su amiguito al veterinario, el amable joven recién salido de la universidad, revisó al búho y luego de darle algunos consejos al peli-negro los despachó para su casa.

De camino Akaashi compró semillas y algunos dulces, lo primero era para la dieta que debía seguir Kou, así lo había nombrado, y lo segundo era por mero gusto suyo. El pequeño niño se debatía entre decirle o no a su madre, corría el riesgo de que no le permitiera quedarse con el, pues la mujer era muy excéntrica con esas cosas, si su padre estuviera seguro que lo dejaría, el hombre ama los animales. Aún con la seguridad de la negativa de su madre, se arriesgó a pregúntale, pero sólo por si acaso lo haría con la vieja confiable 'Impoteticamente hablando..'.

Mi Amado IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora