3.17 Plateas

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Mientras que por los rumbos de Maney...Fue en busca del teatro Diamante para ver si podía hacer algo por los boletos que Zuley e Iker le habían encargado. No paso mucho para que llegara al Teatro, caminó hasta la esquina volteando hacia los lados para buscar algún lugar aglomerado de gente y fue casi en instantáneo ver a muchas personas reunidas en un punto en la calle paralela siguiente, eran de todas las edades y hacían mucho escándalo, no había orden, era una bola de gente casi salvaje. —Debe ser ahí...—Maney se dirigió hacia la bola de gente. La gente se gritaba, empujaba y jaloneaba. Era un completo caos, en una de las paredes del establecimiento, había pedazos de un cartel que decía: "Venta de boletos para el concierto de los Trinux" —Ah, sí es aquí, pero ahora ¿Cómo entro??—Maney veía a la gente empujando, gritando y diciendo leperadas al hombre que atendía.—Ni modo...— Tomó aire y comenzó a abrirse paso entre la gente empujando y golpeando igual que ellos, hasta el frente de la taquilla.

— ¡Hey! ¡No empujes!

— ¡Quítate!

— ¡Esa se metió!

La gente se quejaba con mucho ahínco. Maney volteó a verlos con molestia. — ¿Qué quieres, niña?—Preguntó el que atendía en la taquilla.— ¿Qué no lees el cartel? Ya se agotaron, debiste llegar hace una hora. —Le dijo con desinterés. —Ahora vete. No seas como esta gente que quiere boletos a fuerzas.

—Su cartel no es visible entre toda esta masa. —Se quejó.—¿Entonces por qué no cierra la taquilla?

—Porque si la cierro antes me pagan menos. —El hombre le hizo un desplante y la corrió con ademanes de mano.

— ¡Estúpido!—Insultó Maney y de la misma manera que entró salió de la gran mole que no se movía y seguía molestando.—Al cabo que ni quería...—Por fin salió de la gente, y miraba hacia atrás insultando al taquillero en su mente. Ella dio un paso al frente sin dejar de mirar, y cuando volteó la cabeza para ir hacia delante, chocó con un hombro que la hizo caer de sentón al suelo.

— ¡Discúlpeme señorita!—El sujeto estaba preocupado, se agachó para ayudarla a levantarse, pero ella se paró sola y molesta le dijo: — ¡Fíjate por dónde caminas imbécil!—Maney volteó a verlo y se dio cuenta de que era un hombre muy joven, quizá de su edad, vestía un pantalón negro y una camisa de botones blanca, un sombrero estilo detective que le cubría muy bien del sol, lo que se podía asomar de su cabello, pudo notarse que era de un color oscuro. Su cuerpo se veía atlético y además muy alto.

—Le ruego que me perdone. Es sólo que quería ir a la taquilla...

—Pierde su tiempo. Está cerrada. —Maney se disponía a seguir su paso, cuando el sujeto agregó:

— ¿Es por eso que viene tan enojada? No debería, si se ve tan linda...—Miró a Maney de arriba abajo, traía un top lila con mangas tres cuartos que le quedaba perfecto y un pantalón negro que le daba una forma muy fina. Dejaba relucir su cuerpo que tenía bien formado.

— ¡Qué le importa cómo me veo! ¡Ya déjeme en paz. Si se me acerca, le juro que lo golpearé!—Siguió caminando.

— ¡Yo no iba a comprar boletos!—Comentó el joven. —Iba a hacer una devolución. Unos amigos no irán a final de cuentas...

— ¿Eso se puede?—Maney se detuvo y volteó a verlo. Había empezado a retroceder con un poco de desconfianza, pero tenía mucho interés en lo que él decía, el chico percatándose, sonrió y continuó:

—Sí, y yo gasté demasiado en esto. Son plateas... Casi exclusivas, pueden entrar dos con cada tarjeta porque son dobles. —Y sacó de su bolsillo las tarjetas. Maney seguía mirándolo con desconfianza. —Son auténticas, mire tiene el sello. —Señaló con su dedo índice un lado en las plateas y efectivamente, eran auténticas.

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