Capítulo 22

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Maratón (1/3)

"Buenos días"

Perrie

¿Cómo puedo expresar en palabras lo que sentí anoche?

Después de tanto anhelo, el deseo inexplicable de tener a Jade en mis brazos, finalmente se hizo realidad. No conseguí quitar mi vista de su bello rostro luego de acostarnos, y sentir su respiración serena golpear mi pecho. Ahí, supe que había caído dormida.

Quizás el miedo, miedo a dormirme y que al despertar todo haya sido un sueño fue lo que impidió que mis ojos se cerraran. Pero no fue tan malo después de todo, ella estaba allí, acurrucada en mi pecho y nuestras piernas entrelazadas por debajo de las sabanas.

El recuerdo de sus labios sobre los míos me hace sonreír y al parecer a ella igual, quien me devuelve la sonrisa mientras se remueve apegándose más a mí.

¿Sera que de verdad esta dormida? Solo hay una forma de comprobarlo.

Inclino mi rostro sobre su cuello y con picardía paso mi lengua saboreando su piel. Sonrío satisfecha notando como se eriza ante el contacto.

—Mmmm, princesa— le susurro en el oído.

Su muslo hace presión sobre mi sexo cuando la noto moverse. Escucho una risita salir de sus labios.

—Pezz— se coloca encima de mi enredando sus manos entre mis cabellos buscando desesperada mi boca a que hiciera contacto con la suya.

—Siempre tan caliente— ambas reímos. Su cadera comienza un vaivén excitante sobre mí frotando nuestros sexos. —Si Jade, dios bebe...— mordí su labio antes de que se separase repentinamente, fruncí en ceño y al instante creí que moriría. Sin dejar de moverse comenzó a jugar con mis pechos a su antojo, ella lo hacía de una manera tan sensual y erótica que no prolongó mucho nuestra llegada al éxtasis.

Exhausta cayó sobre mi pecho y la abrace con fuerza.

—Buenos días Edwards— ambas reímos a carcajadas por su ocurrencia.

—Y si que lo son Thirlwall— asentí continuando con su juego.

Sudorosas nos acariciamos mientras intentábamos recuperar nuestra compostura. Solo que quizás yo lo estaba demás.

—Vaya estás...sudando mucho...— se repone para mirarme a fijamente.

—Solo tengo un poco calor, pero es por ti, no te preocupes— le sonrío.

—Déjame ver— lleva su mano a mi frente. —No jodas, literalmente pareces un volcán en erupción—

Jade

—Tienes fiebre Perrie, te preparé un baño y te cambiaras de ropa— dije con autoridad.

—Directamente no tengo nada puesto— bromea.

Rio negando y me alejo directo al baño.

Perrie complacida con la vista que su chica le brindaba no le quito la vista de su trasero entre que se perdía entre la puerta del baño. ¿Cuántos quisieran ver a Jade Thirlwall caminar desnuda por su habitación?

—Por dios! ¿Nosotras hicimos todo esto? —

Tanto el baño como el camino hasta la cama era un verdadero caos, no solo la ropa esparcida por el suelo, sino que también todo estaba completamente mojado. ¿Cómo había hecho para llevar a Perrie hasta la cama? En cuanto me acerqué a la silla de ruedas lo comprendí ya que también estaba mojada y al instante sonreí. «Vaya noche de pasión», pensé.

—No te preocupes por eso, mis empleados limpiaran todo Jade— la oí desde la habitación.

—Lo sé, es que... ¡Detesto el desorden! — Exclame

En cuanto comprobé que el agua estaba lista, salí andando con la silla de ruedas ante mí.

—El agua esta lista, andando—

—¿No dejaras que me cubra al menos? — dijo divertida.

—¡Como si eso hiciera falta! — sonrío de lado.

—¿Quieres que te ayude en algo? —

—Quizás, pero si te tengo cerca no creo poder controlarme— confiesa con picardía.

Entrecierro los ojos.

—Esta bien, yo me encargare de ordenar el cuarto— me excuse.

—Ni hablar, no tienes por qué hacerlo— ya estábamos en el baño con Perrie dentro de la bañera, repitiendo la misma escena de ayer.

—No creo que sea prudente que tus padres entren a la habitación y vean este desastre, sin mencionar el olor a sexo que hay aquí— reímos.

—Esta bien, ¿Te arrepientes de lo que hicimos? — no me mira y eso me alerta.

—¿Qué? No, claro que. Jamás me arrepentiría Perrie—

—Tampoco...yo— suena firme.

Sonriente me acerque a besarla, a pesar de los vagos intentos por querer separarme, Perrie no me lo permitió y tiro de mi una vez mas para que cayera sobre ella y continuar nuestro apasionante encuentro.

Entre caricias de aquí y para allá, finalmente nos bañamos juntas y terminamos vistiéndonos dos horas después. «Perrie es una tentación», pensé.

Aún era lo suficientemente temprano para que alguien en la casa estuviese despierto así que salimos de la habitación y fuimos hasta la cocina. La empleada de los Edwards, Marta, nos preparó un exquisito desayuno, entre frutas, tostadas y jugo de naranja. Ella, al parecer conocía muy bien a Perrie ya que me contó muchas historias de una pequeña rubia corriendo por toda la casa. «Ojalá pudiera entender tu dolor mi amor, yo estaré aquí para recompensar eso que injustamente la vida te quito», pensé inconscientemente. ¿Acaso podía seguir negándolo? «Perrie es mi amor»

Estaba sonrojada por todo lo que Marta decía y le costaba mirarme a los ojos hasta que le insistí, colocando mi mano sobre su pierna. Marta pareció sorprenderse por ese gesto, pero enseguida su rostro se transformó en felicidad.

Al rato sonó el timbre y por un momento nos quedamos a solas en la cocina, entre que Marta iba a recibir al visitante a la puerta. Fue suficiente tiempo para que nos regaláramos uno y que otro beso. De inmediato me sobresalte al escuchar la voz de Karl correr hacia mi y entre que me gire en su dirección, saltó a mis brazos.

El Amor Tiene Cara de Mujer (Jerrie/Little Mix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora