SOLO A MÍ [EDITANDO]

No lo haré

Diana y Ahri estaban cayendo muy rápido, la rubia no pudo solucionar nada, antes de que pudiera pensar en algo, ella y Ahri cayeron. Diana se golpeó con las ramas de los árboles, las cuales rasgaron y lastimaron diferentes sectores de su cuerpo, si no hubiera sido por las ramas de los árboles, Diana no seguiría viva. Ahri no recibió daño alguno, estaba en perfectas condiciones y se encontraba acostada cómodamente en la rama de un árbol, observando atentamente a Diana, que colgaba de cabeza en el árbol.

Ahri: Creí que no sobrevivirias- mencionó, notando que la rubia comenzaba a despertarse después del impacto que había sufrido, sonriendo y bajando del árbol- Me alegra que estés bien- se burló.

Diana rodó los ojos con molestia, concentrándose en zafarse del agarre de una rama con su uniforme hecho pedazos, Ahri se acercó a ella, levitando para quedar cara a cara, Diana se dio cuenta de aquello hasta que la mujer había lanzado un hechizo sobre la rama que le complicaba la vida a la rubia.
Como era de esperarse, al romper la rama todo el cuerpo de Diana fue liberado, cayendo rápidamente hacia el siguiente tronco de ese gran árbol, pero antes de que su cuerpo impactara contra este, Ahri la atrapó en sus brazos, sonriéndole con picardía.

Ahri: ¿Problemas en el paraíso?- preguntó curiosa, Diana la observó con enojo, y estaba a punto de empujarla para seguir cayendo, pero el ser la detuvo con una simple advertencia- Mira abajo- le indicó, señalándole con su propia mirada la caída que le esperaba- Si quieres morir hecha pedazos desde esta altura, adelante, no te detendré, pero si eres tan inteligente como dicen, sabes que no te conviene soltarte de mí.

Diana: ¿Por qué me ayudas? Me quieres muerta.

Ahri: Pero no aún. Tengo mejores planes para ti.

Diana: No seré parte de ellos- dijo, segura de lo que mencionaba.

La demonio rio descaradamente, negando con gracia mientras giraba en su propio eje con lentitud.

Ahri: Por ahora- agregó- Pero en unos días, quizá no pienses lo mismo.

Diana frunció su entrecejo con duda, tenía tantas preguntas sin resolver, pero sabía que consultarlas con su enemigo no sería más que una pérdida de tiempo, y ella comenzaba a detestar perder el tiempo.

Ahri le sonrió con ternura ante el prolongado silencio que la joven había tomado y sin más por hacer decidió bajar por fin a la bruja, atrapandola de las muñecas antes de que decidiera hacer una estupidez.

Ahri: Me iré, no hay más por hacer hoy, y ya me conoces. Eso es todo lo que necesitaba. Hasta que nos volvamos a ver, no dejes de pensar en mí- soltó burlonamente, desapareciendo del lugar, dejando en el ambiente el eco de su risa.

Diana toco su rostro con frustración, pero no tardó en cambiar su actitud, buscando a su alrededor señales de su varita. Miró a su alrededor con cautela, tratando de poner especial atención en los objetos que brillaban intensamente, para su mala suerte, de esos se encontraban muchos en ese bosque.

Diana alargó un quejido, sabiendo que era inútil buscar algo que probablemente ya se hallaba fuera de su alcance, por lo que decidida a salir de ahí, se encaminó como mejor sabía hacia donde creía que quedaba la cabaña. Frotó sus brazos con insistencia, notando en poco rato los copos de nieve que caían, alertandose de una posible nevada que podía impedirle su objetivo. Suspiró. El humo blanco que salió de sus labios le advertía lo inevitable, no llegaría a tiempo a la cabaña antes de morir congelada.

Akko corrió nuevamente por los pasillos, sus amigas la seguían atrás, abría cada puerta que conocía como descanso de las maestras, pero no las hallaba por ninguna parte. Estaba desesperada, exaltada, no había dejado su escoba siquiera, ya no le importaba ser descubierta y castigada por haberse escapado en medio de la noche, lo único que quería era encontrar a alguien que pudiera ayudarla.