Involucrada

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Los primeros pasos fueron los más complicados para Akko; salir de su escondite temporalmente seguro solo para caminar en un campo lleno de monstruos listos para cortarle la cabeza no era de sus pasatiempos favoritos. Tuvo que convencerse de que estaría bien un sin fin de veces mientras avanzaba hacia la rubia, ubicada cerca de la fuente central del patio. La mirada de la misma permanecía varada en otro sector de la academia, a Akko le pareció que estaba pensativa, pero incluso si la rubia no prestaba atención a su alrededor, los monstruos sí que lo hacían. Por eso, cuando escuchó el rugir de varios ogros, corriendo enfadados hacia ella, haciendo retumbar el suelo con sus enormes pisadas, solo pudo rezar porque sus pies no se paralizaran de miedo en medio camino.

El ruido llamó la atención de la joven británica, la cual desvió su mirada para prestarle atención a lo que había sacado de sus casillas a los monstruos; topándose con la presencia de la castaña caminando con prisa hacia ella.

Su mirada viajó por todo el cuerpo de la joven que veía, pareciéndole familiar por alguna razón que no logró entender, y antes de que ésta fuera aplastada por el enorme mazo de unos de los ogros que la había alcanzado; ella intervino. Paralizándolo con su magia sin mucho esfuerzo, indicándole a los otros que se mantuvieran relajados, pues ella se encargaría de resolver el asunto.

Los monstruos, sin la capacidad para intervenir, volvieron a dispersarse por el lugar, dejando rápidamente de lado a la joven.

Atsuko también se quedó quieta en su lugar, esperando que la rubia se acercara por completo a ella, pero ésta simplemente la observó con detenimiento por un largo tiempo. Provocando que sus mejillas se tornaron rosadas por la suma atención que le prestaban de repente.

El pensamiento de que la rubia era más linda que en sus sueños cruzó su mente, aunque no le mencionó nada, y prefirió admirarla en silencio.

Diana: ¿Cómo llegaste aquí?- preguntó después de unos minutos en silencio, sacando de sus pensamientos a la torpe castaña.

Akko: ¿Eh? Yo... bueno...- su garganta estaba seca, e incómoda por la sensación, pasó saliva con lentitud- Bueno... mi familia... eh... fue atacada por unos monstruos raros y... salí corriendo a buscar ayuda pero... tengo muy mala orientación ¿sabes? Me perdí en este bosque y terminé aquí sin querer. ¡Q-Que torpe soy, ¿no?!

Akko sabía que la historia no era creíble, pero su cerebro no daba para más en ese instante; debía mentir aunque se le fueran las últimas neuronas en ello.

Diana: Eso es extraño. Muy pocas personas pueden cruzar el bosque Arcturus sin morir en el intento. Sobre todo si no portan magia en ellos.

Akko: Supongo... que soy muy afortunada- comentó, riendo con torpeza- Como sea... mm... quizás no deba decirlo, pero... de verdad necesito de tu ayuda. Esas cosas... están destruyendo todo mi pueblo y...- su historia se vio interrumpidas cuando notó a espaldas de la rubia, y en el aire, que sus amigas se acercaban a ella sigilosamente. Y ahora nerviosa, no pudo ignorar la presencia de ellas- Ah, eh...

Diana enarcó su ceja con confusión, tratando de entender el repentino cambio de actitud de la joven que cada vez se le hacía más sospechosa, cruzándose de brazos con disgusto.

Diana: Lamento que hayas venido hasta aquí por nada- le respondió, obteniendo su mirada de nuevo- No puedo ayudarte, así que te recomiendo que vuelvas a tu pueblo antes de que cambie de parecer y decida terminar contigo.

Akko: Es que... no puedo hacer eso- mencionó, volviendo a desviar su mirada a sus compañeras, notando que ahora usaban un hechizo de camuflaje para bajar por detrás del pilar de la fuente sin ser percibidas por los enemigos alrededor.

SOLO A MÍ   [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora