25. Noticia inesperada.

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-Capítulo veinticinco-

-Alison-

∞∞∞

Está muerta...

Mi niña está muerta, la acabo de tener en mis brazos, mi pequeña Laurita; tenía tantas ganas de vivir, sus grandes ojos llenos de brillo y esperanza poco a poco se fueron apagando y llevándose una parte de mi corazón con ella, ¿por qué pasa esto?

Conocí a su mamá y Laura es la viva imagen de Leticia, ella tampoco podía creer lo que estaba pasando, llegar al hospital con tantas esperanzas, pasar por esa puerta con una cara totalmente alegre esperando ver a su pequeña y al llegar vernos a todos llorando... es tan devastador.

Los miro a todos...

Lágrimas.

Caras de lamento.

Consuelo.

No, no, no... no puede ser cierto.

Esto tiene que ser un sueño, esto no puede estar pasando, no, por favor...

(...)

Alison... Alison...

Al despertar me encuentro con los lindos ojos de mi madre, un marrón oscuro los cuales suelen tornarse más claros a la luz del sol; su cara de preocupación... volteo la vista a la mesita de noche... -3:50am-... Nunca me había alegrado tanto tener una pesadilla, sin pensarlo dos veces abrazo a mamá como si no hubiese un mañana, como si soltarla me fuese a dejar desprotegida; porque es uno de los pocos lugares donde me siento segura, porque desde niña cuando tenía miedo solía venir a sus brazos o a los de papá. Sus brazos son mi refugio, mi hogar.

La suelto y ella me muestra una leve sonrisa.

—Todo fue una pesadilla, hija mía. —Agradezco tanto tenerla a ella como mi madre, quizá se sienta afortunada por tener a todos sus hijos, pero realmente los afortunados somos nosotros por tener una madre tan honesta, responsable y cariñosa como lo es la nuestra—, sí mami, nunca me había sentido feliz luego de una pesadilla. Estaba soñando que Laura se moría, fue tan feo.

—Lo pude notar, estabas llorando mientras gritabas que no.

—Fue horrible.

—Baja a beber agua fría para pasar el momento amargo.

—Mami... ¿me acompañas?

—Alison, estás grande... ve.

—Me da miedo Mami —Pongo los ojos del gato con botas y ella niega.

—Despierta a Lyan para que te acompañe, estaré esperándote aquí. No tardes. —Dios... se me olvidaba que Lyan estaba en mi casa.

—Está bien.

Salgo de la cama, me coloco mis pantuflas y me levanto.

Luego de caminar por el oscuro pasillo voy hasta mi habitación y con extremo cuidado abro la puerta; enciendo las luces de mi habitación y al entrar un olor a colonia de hombre llega a mis fosas nasales, pero no cualquier colonia, es la de él, sería imposible no conocerla.

Halo la puerta hacia a mi porque detrás de ella se encuentra el interruptor para encender la luz.

Luego de encenderla, no puedo evitar sonreír; Lyan está durmiendo en posición fetal, arropado de los pies hasta el cuello. Supongo que el frío lo está matando. Me siento en la cama a su lado, toco su brazo pero está como muerto, no siente nada. Toco su mejilla y abre lentamente esos ojos que me encantan.

Visiblemente invisible. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora