7. Enana.

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Alison.

Me despertó la luz del teléfono de mamá, nos estaba tomando fotos a Cony y a mí. La miré y noté que tenía lágrimas en los ojos, no entiendo por qué llora, quizás le dé sentimiento al ver que estamos juntos y sin pelear ni nada por el estilo, sonrió al ver a mamá y me levanto de la cama.

—Mami, ¿qué hora es? —Pregunto porque en ese instante me pasaba eso que te duermes en el día y cuando despiertas no sabes qué día es, en qué año estás ni nada de eso...

—Son las ocho de la mañana Alison, se quedaron dormidos tan cómodos que no se dieron cuenta del paso de las horas... me gusta verlos así. —Responde y vuelve a llorar.

—¿Por qué estás llorando? parece que se hubiese muerto alguien y por lo que veo nadie ha muerto aún. —Me levanté con ganas de verla enojada y lo intentaré, muchas veces me divierte.

—Alison, a veces puedes ser tan cruel que me molesta. —Y es ahí cuando hago enojar a mamá, me gustaba verla enojada, pero esto solía hacerlo Tyrone más que yo. Él le lleva la contraria casi todo el tiempo y la mayoría de las veces era para verla enojada. No sé si será cierto eso de que los signos iguales se chocan, o sea, que las personas que son del mismo signo tienden a tener discusiones constantemente, ambos son Escorpio, en realidad no sé. Pero si es verdad, en mamá y Cony se vería completamente reflejado esto, ellos parecen perros y gatos, por todo, por lo más mínimo tienen una discusión. Pero bueno... logré lo que quería, mamá se enojo. No pude evitar una carcajada lo cual a ella no le pareció nada gracioso.

—Alison Carolina, deja de reirte en este jodido instante, sabes que me molesta demasiado. —Sabes que estás en problemas cuando tu mamá te llama por ambos nombres.

—Mami no te molestes, es inevitable ser como soy. Ya no lo manejo, sólo me nace ser así. —Me giré y salí del cuarto de Cony, que por cierto ya se estaba despertando y es mejor dejarlos solos, ellos necesitan hablar.

Tyrone.

Abro mis ojos y poco a poco la luz del sol se va reflejando en ellos, logro ver a mamá diciéndole algo a Alison un poco alterada pero la enana de mi hermana está sonriendo, lo más seguro es que la hizo enojar.

Me levanto de mi cama y mamá me mira, me gusta ver sus ojos, no son ojos de colores, son comunes pero son los más lindos que he visto antes. Brotan sinceridad, alegría, amor, paz... mi mamá es la mejor que puede existir y no cabe duda que he estado portandome como un completo imbécil, pero ahorita hablaré con ella y le pediré disculpas. Alison tiene razón, no puedo arrastrar a todos al dolor que estoy sintiendo y sé que ellas se preocupan por mí, aparte tengo que cumplir lo que le dije a Carlos, debo cuidar a Ángela porque eso me hará sentir mejor.

—Buenos Días mamá ¿qué hora es?

—Son las... -mira su reloj- ocho y media hijo.

—Espera un momento que me lave la cara, necesito hablar contigo. —Asiente mirándome un poco extrañada, yo sé que no se esperaba que le dijera eso.

Voy al baño del pasillo y me lavo la cara, me miro en el espejo y veo que estoy muy demacrado, tengo ojeras y estoy un poco más flaco, sinceramente me he descuidado de mi apariencia personal. Salgo del baño y voy a mi cuarto, desde hoy trataré de ser la persona que era antes. Sé que Carlos en donde quiera que esté le gustará mi decisión, pero eso ni cambia la culpa que aún siento, muy dentro de mí siento que todo lo que pasó fue mi culpa. Pero no dejaré que ésto dañe la relación que tengo con las personas que me rodean. Debo cambiar para mejor, esforzarme, y salir adelante por mamá, Mathias, la enana y ahora por Ángela que me la encargó Carlos. «Hermano, en donde quiera que estés siempre te voy a querer y nadie va a ocupar tu lugar, NADIE.»

Visiblemente invisible. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora