14. De acuerdo ratón de cocina, cantemos juntos.

84 9 2
                                    


—¿Puedes soltarme? Me molesta que me tengas atrapada así—. Nunca me ha gustado tanto la cercanía de un hombre desconocido junto a la mía, espero que él sepa entenderlo.

—Como quieras, no me molesta para nada. Sólo no grites.

—Jamás me imaginé que ibas a ser tú, me asusté de verdad. No lo vuelvas a hacer, no voy a gritar, no tendría porqué hacerlo—. En realidad me sorprendí no pensé que llegaría de esta manera pensé que era un asesino.

—Digamos que siempre quise hacer eso, podré morir en paz—. Me hace reír lo que dijo y me ha pasado, hay cosas que después de realizarlas diría que puedo morir en paz. Ejemplo; comerme una pizza extra grande repleta con mega queso y mucho jamón. Cuando yo haga eso podré morir en paz. —Sonrío al recordar todo lo que acabo de pensar.

—Te entiendo perfectamente, me ha pasado. Pero no juegues con mi corazón de esa manera casi muero de un infarto—, digo esto con el drama más posible, ser dramática se me da muy bien y más cuando estoy completamente nerviosa.

—Puedo hacerlo de otra manera, y ablandar ese corazón que dicen que es como un cascarón.

—Que idiota, ¡Ahg! Me voy...

—No, espera... acompañame. ¿te gusta la cocina?.

—No, la odio. Bye.

—¡Ay! Que enojada eres, sonríe, sólo estaba jugando—. Le dedico una sonrisa de boca cerrada y empiezo a caminar fuera de la cocina cuando me agarra el brazo y me devuelve hasta donde estaba delicadamente sólo que ahora mucho más cerca de su cuerpo, tanto que puedo percibir completamente el olor que abunda en él, su olor tan peculiar a caballero. Podría decir decir que pretendía estar molesta pero en realidad no lo estaba, quería estar ahí justo en ese momento... con él. Mi nariz estaba tan cerca de su pecho que tenía levantar mi cabeza para poder mirarlo a los ojos.

—Quedate, sé que quieres hacerlo.

—¿Desde cuando tanta confianza? ¡Eres un imbécil y egocéntrico! Vete al diablo—. No sé por qué acabo de contestarle de esa manera, mis nervios me ganaron. Se ríe a carcajadas y coloca la mano en su estómago supongo que le duele de tanto reírse. ¡Es un imbécil!.

—Vamos tonta estoy jugando.

—Callate Lyan, ya empezamos mal.

—Te ves tan linda cuando te enojas, quedate y te doy chocolate—. No puedo creer que me intente chantajear, quizás escuchó a mi mamá decir que me encanta el chocolate.

—Eso es chantaje, no es justo.

—Ven, sólo quedate. Estoy aburrido, olvidé mi teléfono y no tengo con quién hablar.

—Eso quiere decir que tienes muchas personas con las cuales hablar, entonces ve y habla con esas personas—. Existe eso que llaman celos y lo estaba viviendo en este preciso momento, es una especie de rabia, un fuego que sientes por dentro y que tienes que deshacerlo con algo o con alguien. Pero no entiendo por qué si él no es absolutamente nada de mí y no tiene que rendirme cuentas de nada, no me entiendo en realidad.

—¿Desde cuando tanta confianza querida Alisón?—. Sonríe abiertamente y no puedo creer lo que está diciendo, me está aplicando lo mismo que yo le dije. ¡Es tan idiota! Siento un calor en mis mejillas y puedo sentir la sangre que se acumula en ellas.

—Disculpa no fue mi intención—. Volteo mi cara de manera que no se dé cuenta que me estoy sonrojando pero él parece notarlo. Es tan detallista como yo.

—Alisón, ¿por qué te estás sonrojando?.

—Son ideas tuyas estúpido ratón de cocina.

—¿Cómo acabas de llamarme?

Visiblemente invisible. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora