33. Una propuesta que cambió mi vida.

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-Capítulo treinta y tres-.

-Alison-.

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La tarde de películas está saliendo perfecta, tuvimos que poner una que a Mathias y a Gabriela le gustaran ya que casi lloran. Todo sea por ellos, como a mí no me gustan las cotufas, compramos algunos pepitos, unos chocolates y nos trajimos un torta pequeña de la pastelería, también compramos refrescos y estamos a gusto con esto. He tomado varias fotos para capturar todos los momentos, Lyan ama tomarle fotos a Gabriela y yo adoro verlos felices.

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Después de tres horas Mathias y Gabriela se han quedado dormidos y yo estoy casi en las mismas. Lyan me mueve con gentileza para que me despierte y de esa manera avisarme que ya es hora de irse. Le doy un beso y él toma mi cara entre sus manos, me sonríe, luego se separa y pasa su lengua por mi nariz.

—OYE, NO HAGAS ESO. —Lyan ríe a carcajadas y a mí me fastidia más de lo normal y subo a mi habitación dejandolos a ellos en los muebles y un colchón que hemos colocado frente al televisor.

Él camima detrás de mí pero me apresuro y cierro rápido la puerta. Admito que sí, me da un poco de... no lo sé, no me gusta que hagan eso, pero no estoy molesta con él.

Cuando llega, toca la puerta y yo me pongo la mano en la boca para no reirme.

—Pequeña, abre la puerta, prometo no hacerlo de nuevo. —Me río pero muy bajo.

—Abre...

—Alison, abre. —Respiro y abro la puerta, puse la cara como si estuviera molesta y veo la cara de Lyan preocupada.

—Amor, lo siento... no quise que te molestaras. —No aguanté más y me reí a carcajadas. Lyan mira hacia arriba y camina hacia mí.

—¿Estabas jugando conmigo?

—Podría decirse que... sí.

—Sólo a ti te permito que hagas eso pequeña, ily.

—Ily Ratón.

Se acerca hacia mí y me besa, cierro mis ojos dejandome llevar por el momento y él camina hacia adelante y yo hacia atrás hasta que mis piernas tocan mi cama y me siento en ella, abro los ojos y Lyan sigue con los de él cerrados concentrandose en el beso. Tomo el cuello de su franela y quito el primer botón pero cuando queremos seguir, ambos abrimos los ojos, nos separamos y sonreímos.

—Creo que no es el momento y que debemos esperar. —Decimos al unísono y sonreímos. Le doy un beso en sus labios y bajamos las escaleras para llegar de nuevo a la sala de estar.

¿Saben? Se siente bien que una persona te quiera más allá de tus tristezas, de tus errores, de un deseo, se siente bastante extraordinario que al tener la oportunidad que tener relaciones nos hayamos detenido. De nuevo vida, me sorprendiste.

Bajamos y encontramos a los niños dormidos, mientras que yo limpio todo Lyan lleva a Mathias a mi cama. Al terminar, es hora de que se vaya, admito que me encantaría que se quedara aquí pero no es lo ideal ya que mamá no está en la casa.

—Pequeña, debo irme. —Se acerca y me abraza.

—Lo sé Ratón, pero te cuidas y conduce despacio, nadie te está apurando. —Le toco la nariz y él sonríe.

—Llegaremos sanos y salvos y mañana estaremos de nuevo aquí.

—Hora de irse Ratón. —Yo agarro a Gabriela entre mis brazos mientras que él lleva el bolsito de Gabriela y su teléfono. Al salir de la casa la brisa y el poco frío respectivo de la noche choca con mi cara y mi cuerpo lo cual me produce un pequeño escalofrío y abrazo a Gabriela mientras que esperamos que Lyan encienda la camioneta, camino hasta el asiento trasero y despierto a Gabriela para que se siente, le doy un beso en la frente y me despido. No sin antes asegurarme de haberle puesto el cinturón de seguridad, cierro la puerta y Lyan pasa el seguro y voy ante la ventanilla del chofer.

Visiblemente invisible. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora