Visiblemente invisible. [COMPLETA]

32. Nuestro hermano perdido.

-Alison-

-Capítulo treinta y dos-.

∞∞∞

Cuatro días después.

Me encuentro de nuevo en el parque del que les he hablado anteriormente, pero esta vez estoy como en el area del estacionamiento. En la distancia a más o menos 100 metros de mí, veo a Lyan y Tyrone... pero no están solos, se encuentran con tres hombres más; dos de ellos morenos y el otro de piel más clara, no puedo distinguir mucho más por la distancia. Lo que sí puedo ver es que llevan lentes oscuros como si no quisiera que miraran sus ojos.

Ellos están teniendo lo que me imagino yo que es una fuerte discusión, miro mis manos y no lo puedo creer, estoy atada muy fuertemente. ¿Qué carajos están pasando?
Miro de nuevo en dirección a Lyan y él no se percata que los estoy mirando, cuando menos lo imagino pasa lo que más me ha dolido en la vida. Aquellos hombres sacan armas con silenciadores, si me preguntan cómo lo sé, pues... veo muchos documentales de investigaciones criminalisticas más los programas que miro en el televisor, estos disparan a quema ropa a mi hermano y a mi novio y luego voltean la vista en dirección a mí y ríen a carcajadas...

Abro mis ojos, mi respiración es miníma y me cuesta hacerlo. Volteo mi cara y miro el reloj, -3:27am-.

Una pesadilla.

Estos días han sido un poco estresantes por las responsabilidades, pero lo hemos sabido llevar.

Veo a Mathias a mi lado durmiendo profundamente y con una sonrisa en la cara, la mayoría del tiempo duerme así... me pregunto ¿qué es lo que él sueña? Nosotros cuando eramos niños queriamos crecer y la mayoría del tiempo cuando crecemos, queremos volver a ser unos niños. Le doy un beso a Mathias, agarro mi teléfono y me dirijo al baño a lavarme la cara, que pesadilla tan fea. Sólo quiero que todo acabe y que mamá y Tyrone regresen pronto.

Chequeo mi WhatsApp y tengo un mensaje de Lyan de las 11:00pm.

Mensaje entrante.
Ratón de cocina.
Descansa pequeña, si algo sucede no dudes en llamarme. Por favor.

Sonrío un poco y me miro en el espejo.
¿Saben? Conocer a Lyan no sólo me ha dado estabilidad emocional, también psicológicamente porque antes mi autoestima no era muy buena que digamos, no me gustaba lo que yo veía cuando me miraba en el espejo. Pensaba que existía algún molde para ser perfecta, que aquella que lo fuera debía tener un cuerpo totalmente hermoso y una cara de infarto. Pero me doy cuenta que yo estaba muy equívocada, no hay un molde para la belleza, no existe y no va a existir nunca.
Me doy cuenta que adsolutamente ningún cuerpo es perfecto. Quierete con tus kilos de más o los kilitos de menos, con tus cicatricez, con tus estrias, la mayoría las tenemos. Quierete de forma natural y si en algún momento deseas una operación estás en todo tu derecho porque es tu cuerpo. Pero eso no quiere decir que antes de hacerlo eres imperfecta, simplemente hay personas que a pesar de amarnos, queremos vernos mejor y de eso se trata. ¿Quieres ir a un gimnasio? Pues, levantate con ese proposito porque la vida no es ayer ni mañana, es exactamente hoy y tú decides qué día quieres tener. Te puedes quejar o puedes agradecer por respirar.
He aprendido muchas cosas y millones de ellas me han ayudado a crecer como persona, a quererme, respetarme y valorar lo que soy y lo que voy a hacer. Como dice un cantante llamado artisticamente como Beret. “Nadie te enseña los pasos en un mundo que te obliga cada día a poder levantarte y caminar”.
Hoy me miro en el espejo y me digo a mí misma, eres hermosa. Porque la perfección se encuentra en aquella imperfección que antes odiaba.

—Eres hermosa. —Sonrío, dilo todos los días y repítelo hasta que lo creas, te lo digo a ti que lees esto, porque realmente lo eres y no tienes adsolutamente nada que envidiar a ninguna chica. Trabaja todos los días por ti, sal adelante, lucha. De eso también se trata la vida.
Muchas gracias Lyan.