Capitulo 39

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Me quede en silencio, en lo que parecía ser nuestra habitación fragmentada en varios cristales esparcidos por el aire donde se reproducían pequeños fragmentos de lo que parecían ser vídeos. 

Vi uno que logre reconocer, la primera guerra mundial, sin embargo a penas lo reconocí todo a mi alrededor regreso a la normalidad, y antes de que pudiera reaccionar escuche un golpe en seco y seguidamente escuche el grito de Lissana.

—¡Natsu! 

Mi corazón latió con fuerza, sin poder evitarlo y dejando que mis emociones tomaran el control de mi cuerpo, me levante dejando a mi hija en la cama, tome el picaporte de la puerta y la abrí con fuerza, camine con rapidez por el pasillo hasta llegar a la sala de estar.

—¿Natsu? 

La tal Lissana si arrodillo para tratar de despertarlo, las lagrimas salieron de mis ojos al verlo pálido en el piso, inerte, como si ya no estuviese vivo, pero eso era algo imposible, me agache y sin importar la presencia de Lissana lo abrace.

No supe que paso, para cuando me di cuenta estaba abrazando a Nashi en la sala de espera del hospital, sus lagrimas no paraban de caer, se aferraba fuertemente a mi suéter en buscad e un refugio, la abraza tan fuerte como podía, yo también necesitaba de un refugio, mi refugio era Natsu, y Natsu ahora estaba en emergencias entre la vida y la muerte. 

—¿Lucy?

Cuando levante la mirada para ver quien me llamaba me encontré con el rostro de Igneel mirándome con esos ojos que demostraban preocupación.    

—¡Abuelo! 

Nashi salto a sus brazos, mi corazón casi se para al verla correr hacia los brazos de Igneel y daba gracias a dios que tuviese un buen oído.

Igneel recibió a Nashi entre sus brazos, mire la escena por unos momentos... Estaba por quebrarme en cualquier momento, con tan solo imaginar que Natsu estaba luchando por su vida hacia que mis ojos se volvieran aguados por las lagrimas que querían salir, sumida en mis pensamientos y oraciones para Natsu sentí los fuertes brazos de Igneel estrechándome contra su pecho.  

—Mi pequeña Lucy.

Lo que siempre me agrado de Igneel, aparte de que me acepto rápidamente como la novia de su hijo literalmente me trataba como su hija y en mi corazón Igneel era mi segundo padre.

Las lagrimas salieron mientras me abrazaba con fuerza, sin importar el momento o quienes se giraran a verme comencé a sollozar en sus brazos, Natsu era tan importante para mi, tan especial, no quería que se fuera de mi lado, nunca.    

—No se que paso, te juro que la noche anterior estaba de maravilla Igneel, simplemente se desplomo... Yo, yo no se que hacer Igneel, no se que hacer.

Su mano acaricio mi cabello rubio, Igneel me abrazo con aun mas fuerza, sentía casi la misma calidez que sentía con Natsu, mas sin embargo la calidez de Natsu era 1000 y quizas mas veces mejor que la calidez de Igneel.  

—Claro que lo es tonta, es tu alma gemela.

Mi cabeza hizo un clic, esas voces de nuevo, de nuevo estaban ahí, las mismas voces que estuvieron conmigo momentos antes de que Natsu se desplomara... Los hermanos Laggusa o por lo menos el hermano.   

Igneel junto a todo el hospital había desaparecido, el pánico me domino, estaba en una habitación completamente blanca mi ropa había sido cambiada por un vestido blanco que llegaba a las rodillas, sin embargo las marcas de la noche anterior habían desaparecido. 

—Hola querida.

La voz de la hermana sonó a mi espalda, cuando me di vuelta ahí estaba ella, junto a su hermano. retrocedí asustada al ver al hermano, sus ojos eran rojos, tenia una mirada de ira, odio, y venganza. 

Papa solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora