—¿Por qué no sólo inventamos que tengo algún mal de humanos? — sugiere.
—Por supuesto, llegaré con Kate a decirle: Lo siento, Luzbel tuvo un mal de humano y no pudo venir. Suena lógico.
—Que literal eres — bufa rodando los ojos —. Me refiero a alguna cosa que les da a ustedes, no lo sé... dolor de estómago o algo así.
—No ir conmigo levantaría sospechas fácilmente.
—Eso no pasaría de no haberme mencionado.
—Mencionarte ahora será mejor a que te descubran después.
¿Qué puede salir mal? Si Kate comienza a hacer muchas preguntas Jason intervendrá.
—¿Qué haces? — averigua Luzbel entrando de nuevo a la habitación.
—Me lavo los dientes... — balbuceo con la pasta en la boca.
—¿Qué es esa cosa de tu boca? — pregunta con una ceja enarcada.
—Pasta de dientes.
—Que raro...
Voy a escupir la espuma de mi boca y vuelvo a donde está aún parado.
—No es raro, ¿tú no te lavas los dientes? — pregunto.
—No así...
—¿Entonces cómo?
—En Edén lo hacemos con agua de oro.
—¿Agua de oro? — interrogo incrédula.
—Sí, es agua que cae por una cascada de oro en realidad, de allí su nombre — detalla encogiéndose de hombros.
—Se oye muy normal.
—Lo es.
—Aquí no, y no hay ninguna cascada de oro, así que tendrás que comenzar a hacerlo de esta manera — enfatizo ante las fantasías.
Me seco la cara con una toalla y la arrojo de vuelta al baño sin mirar en donde cae.
—¿Estás listo? — superviso yendo hacia el armario para ponerme un poco de perfume.
—Sí — asiente —. ¿Y eso qué es?
—Perfume.
El rubio se acerca a donde me encuentro y me huele cínicamente.
—¿O sea que realmente no hueles así? — inquiere curioso.
—Pues no — confirmo poniendo los ojos en blanco.
Luzbel pega la nariz a mi hombro desnudo y respira profundo.
—Hueles mejor sin el — determina separándose de nuevo.
—¿Qué? Nunca saldría de mi casa sin perfume... no es que huela mal, pero no es algo que haría.
—Tu olor natural es mejor — decide.
—Ah...
—Hueles a flores — precisa.
—Mientras no sean de panteón...
Me pongo una sudadera color vino y camino hacia la puerta para marcharnos de una vez.
—Voy en un momento, tomaré un libro — informa el rubio.
—No tardes.
Bajo las escaleras mirando el reloj de mi muñeca, faltan ocho minutos para las cinco.
Recojo las llaves de casa y las del auto, guardo unas en la bolsa de la chamarra y me quedo con las otras en la mano.
Justo cuando voy a llamar a Luzbel, éste aparece bajando las escaleras.
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Luzbel
Paranormal|EN EDICIÓN| Es Halloween, la noche está por llegar. Te encuentras mirando al cielo y en medio del crepúsculo vislumbras que algo cae a la tierra. Tu curiosidad y una corazonada te llevan a averiguar qué es lo que perdiste de vista al llegar al bo...