Me despierto de golpe, no por un ruido ni nada parecido, simplemente mis ojos se han abierto sin previo aviso.
Me siento un poco desubicada, intento moverme donde estoy, pero me siento mareada cuando la tela que me rodea se mese con fuerza.
—¿Estás bien? — Luzbel me habla al instante.
—Sí, no recordaba que estaba aquí — confieso muy quieta.
—Es temprano aún — informa sin necesidad de mirar un reloj, y yo simplemente le creo —, ¿quieres ir a desayunar?
—No me he traído la cartera, tendremos que ir a mi casa antes.
—Dije que si querías ir, no si tenías dinero.
—Voy a preguntar algo tonto, ¿qué has comido estos días?
—Fruta.
—Fruta... ¿de donde?
—Fui a buscar algo de comer por ahí, había árboles con algunas frutas... bastante lejos de aquí, pero bueno.
—¿No pudiste salir del bosque e ir a comprar comida? Más formal, claro.
—Bueno, no quería encontrarme con alguien.
—Uy, ni que fuera a morderte.
—Sólo eso me falta.
Lo miro un momento, y al siguiente le muerdo el hombro con poca fuerza.
—De acuerdo, ya no me falta nada — corrige.
—No, ya no — Luzbel me mira con una sonrisa y se aproxima a morderme el brazo —, ¡no! ¡Espera, espera! — comienzo a retorcerme mientras su boca se aproxima a mí, ambos nos movemos como locos, tanto que creo que damos un giro completo en la hamaca.
—No te me vas a escapar — advierte divertido y suelto un grito combinado con risas.
Sigo luchando para que no me muerda, y de pronto caigo al piso.
—De acuerdo, sí te escapaste — acepta Luzbel mirándome desde la hamaca.
Mis risas inundan el lugar entro, y al cabo de unos segundo él termina riéndose conmigo.
—¿Estás bien? — pregunta aún sin dejar de mirarme.
—Sí, supongo, pasó lo predecible.
—En serio no pensé que fueras a caerte.
—Moviéndome tanto como no.
—Bueno... ¿vas a ponerte ropa?
—No creerás que voy a irme así, ¿no?
—La verdad no lo sé, siempre me sales con una sorpresa.
—Por supuesto.
Me paro del suelo y recojo mi ropa del piso, me pongo la falda y me apresuro a ponerme el sostén con los nervios de siempre en cuanto al ángel.
—Gracias — hablo de nuevo regresándole a Luzbel la playera que me prestó anoche.
—No agradezcas — voltea la prenda negra y vuelve a ponérsela.
—¿No tienes ropa limpia?
—No tengo ropa — corrige.
—¿Quieres que vayamos a comprarte algo? — propongo con cierta lastima de que no tenga nada para ponerse.
—Sí, creo que es una buena idea.
—De acuerdo, vayamos a desayunar y luego iremos a comprarte ropa, ¿te parece?
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Luzbel
Paranormal|EN EDICIÓN| Es Halloween, la noche está por llegar. Te encuentras mirando al cielo y en medio del crepúsculo vislumbras que algo cae a la tierra. Tu curiosidad y una corazonada te llevan a averiguar qué es lo que perdiste de vista al llegar al bo...