Capítulo 27

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—Lía... — escucho a Joel nuevamente.

Luzbel se ha perdido de mi vista hace más o menos cinco minutos, y soy una más desesperada en el lugar.

—¿Qué pasa? — pregunto parándome frente a él.

—¿Hablamos?

—Claro... — acepto nada convencida. No tengo ganas de hablar con nadie, y menos si tengo que charlar sobre una pelea o algo parecido.

—Bien, lo siento... por todo, no debí creerle a Luzbel cuando fue a contarme eso, creo que debía de saber que sólo era una broma... pero hablaba tan real.

—Lo sé, nunca se sabe cuando está diciendo la verdad...

—También quiero que me perdones por lo de ayer, yo no quería que creyeras que quiero que eches a Luzbel. Estaba muy enojado, no sabía lo que decía y sólo me equivoqué.

—No importa, está bien.

—No lo está, no quiero perder lo que tenía contigo.

—Mira, Joel, entiendo que fue una equivocación tuya, y acepto tus disculpas. Pero creo que no es el momento de hablar demasiado del tema, Brian está siendo operado y todo está muy tenso por el momento. No puedo pensar con claridad.

—Pensé haberte dicho que no te le acercaras — Luzbel reaparece en el lugar. Se ha quitado la chamarra y parece que sus biceps están a punto de romper las mangas de la playera.

—¿Quién te crees tú para prohibírmelo?

—Eso a ti no te interesa. Lárgate, no has sido invitado aquí.

—¿Le ves cara de fiesta a esto? No tienen que invitarme a un hospital.

—Por supuesto que no, pero si no quieres una invitación a una de las camillas, lárgate.

—¿Qué te arde de que Joel y Lía se gusten? — interviene entonces Liam. Lo maldigo mentalmente, aunque tengo ganas de hacerlo de verdad.

—¿Arderme? A mí no me "arde" nada, pero seamos realistas, aún no tienen nada, si con un chisme cualquiera se dejó llevar tu amigo, ¿qué crees que salga de esa relación?

—Es algo que a ti no te importa.

—Si a mí no me importa a ti menos, así que no te metas, niño.

—¿Niño? ¿Cuántos años me llevas? ¿Cien?

—No lo sé, tal vez un millón. Puede que hasta más — amo esa forma en que dice la verdad, es tan sarcástico que realmente es imposible de creer.

—No me digas, señor dinosaurio, ¿a los cuántos días te creó dios?

—Al octavo, porque al séptimo descansó.

—Eres tan desagradable que me dan ganas de matarte aquí mismo— Liam tiene la mandíbula desencajada y está que echa lumbre.

—Me da igual, niño, largo de aquí.

—¿O qué? — para este punto, Joel y yo estamos callados por completo mientras nuestros amigos se arman de palabras. ¿No estábamos hablando de nosotros antes de esto?

—Esa es la peor pregunta que alguien puede hacerme.

—¿Por?

—Pregúntale a Lía qué le ha pasado — contesta mirándome con un poco de picardía.

No es como si hubiera pasado algo muy fuerte, ¿no? No creo que vaya a bajarle los pantalones a Liam aquí.

—¿Qué? — inquiere Liam —, ¿vas a cogerme?

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora